30 de junio de 2017

Fastiginia: La iglesia de Ntra. Sra. Reina de la Paz, un megalómano proyecto inacabado

Recreación virtual de la iglesia de la Paz con su torre

Estampas y recuerdos de Valladolid



En Valladolid se conserva el testimonio de un ambicioso proyecto inacabado en el majestuoso edificio de la catedral metropolitana, trazada en el siglo XVI por el arquitecto Juan de Herrera y materializada parcialmente en el mismo siglo bajo la supervisión de Diego de Praves y la dirección Pedro de Tolosa, a los que tomarían el relevo en el siglo XVII Francisco de Praves, Juan de Répide, Francisco Tejerina y Sebastián Mardaz, para culminar en el siglo XVIII con los trabajos de la fachada diseñados por Alberto Churriguera. El aspecto de esta megalómana construcción, de la que no se llegó a levantar ni la mitad de lo proyectado, vista desde la cabecera, es decir, desde la iglesia de Santa María la Antigua, es un conjunto de muñones con vocación de ir suplantando a los restos de la antigua colegiata de Santa María, hecho que por falta de fondos nunca se llegó a producir.      

Pero no sólo en la catedral se aprecia un magno proyecto inconcluso, pues algo parecido se repetiría en los años 50 del siglo XX en el utópico "Alcázar de Cristo Rey", proyectado por el arquitecto Pascual Bravo, que englobando el Santuario de la Gran Promesa y el desaparecido Colegio de San Ambrosio —cuya fachada fue trasladada al jardín del Colegio de Santa Cruz— ofrece algunos edificios aislados del complejo que ocuparía la manzana formada por las actuales calles del Santuario, Simón Aranda, José María Lacort y Alonso Pesquera (la maqueta aún se conserva en el actual Centro de Espiritualidad).  

Sin embargo, hay otro edificio que, salvando las diferencias de su finalidad y su desarrollo en el tiempo, repite la peculiaridad de ser un megalómano proyecto inacabado: la iglesia de Nuestra Señora Reina de la Paz, que no pasa desapercibida en un enclave tan céntrico como es la Plaza de España.

Parte inacabada de la catedral de Valladolid
Para comprenderlo tenemos que remontarnos a los inicios de los años 60 del siglo XX, momento en que Valladolid conoció un espectacular desarrollo económico, demográfico y urbanístico en el que hizo su aparición una feroz especulación inmobiliaria incapaz de mostrar el mínimo respeto y sensibilidad por el patrimonio histórico-artístico. Los ejemplos son innumerables y afectaron por igual a edificios religiosos y civiles, pasando a engrosar, en posición de cabecera, el triste "ranking" de destrucción masiva del patrimonio. En algún momento se dijo que después de Dresde, ciudad alemana que en febrero de 1945 los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial redujeron su centro histórico a escombros, la ciudad de Valladolid era la ciudad europea con mayor pérdida de su legado histórico, y ello ante la pasividad e impotencia de las instituciones locales, totalmente mudas en el proceso.

En este sórdido contexto es fácil de comprender que pronto fuera elegida como objetivo la modesta iglesia de San Felipe de la Penitencia, aquella levantada por orden de Felipe II — de ahí su advocación— en el llamado Campillo de San Andrés (actual Plaza de España), y vinculada desde 1605 con la Casa Pía de la Aprobación, institución promovida por la madre Magdalena de San Jerónimo para encauzar a las "mujeres enamoradas" y orientar su ingreso como religiosas en San Felipe de la Penitencia.   

Aspecto actual de la iglesia de la Paz
El convento y la iglesia fueron derribados en 1961 y su patrimonio, como en otras ocasiones, dispersado de un modo oscuro impidiendo seguir el mínimo rastro. En este caso fueron los Padres Capuchinos los que volvían a hacer de nuevo acto de presencia en Valladolid presentando un megalómano proyecto que fue aprobado sin reticencias. Con él se anticipaban dos décadas a la fiebre de edificios espectaculares y singulares que surgirían por toda la geografía española durante los años 80 y 90, aunque en este caso la ciudad nunca se identificó con el edificio, a pesar de su localización en tan privilegiado enclave.

La iglesia de la Paz, como popularmente se la conoce, fue proyectada el mismo año de 1961 por el arquitecto vizcaíno Pedro Ispizua Susunaga, que con un delirante diseño en 1963 conseguía sorprender a todos los vallisoletanos con una fachada que alcanza los 40 metros de altura y que está articulada mediante colosales arcos parabólicos revestidos de piezas cerámicas en tonos blancos y grises (que nadie piense en la sutileza de las experiencias de Antonio Gaudí) que enmarcan una enorme vidriera y que destacan sobre un frente en ladrillo de estructura reticular.

Con arcos parabólicos también está abovedado el interior y el elevado presbiterio de la iglesia, un espacio diáfano con aspecto de auditorio ajustado a una planta trapezoidal. El compacto edificio dispone de una cripta, salón de actos, una biblioteca en la tercera planta, una capilla en la quinta y dependencias funcionales que llegan hasta la calle Divina Pastora.

Sin embargo, seguramente por motivos económicos, el proyecto faraónico quedó interrumpido en 1963 y nunca más se ha planteado su continuación, pues, de acuerdo a su espíritu megalómano, estaba proyectada una torre campanario que hubiese superado en altura a la de la catedral, una torre cuyo trazado queda bien definido en la parte izquierda de la fachada mediante un trazado reticular de mayor anchura que marca el ritmo de los siete pisos actuales, pero que duplicaría su altura incluyendo un remate para albergar las preceptivas campanas. 
Interior de la iglesia de la Paz
De todo aquel delirio, que vino a complicarse con construcciones a los lados que no guardan ninguna sincronía de alturas, la iglesia de la Paz permanece enclavada en un lugar neurálgico como un pegote incapaz de despertar ningún apego sentimental y sí cierta retranca, como la de aquellos que califican su fachada como "la tapa del water".

Actualmente la crisis no sólo afecta a los aspectos monetarios, sino también a los vocacionales, motivo por el que los Padres Capuchinos en 2012 decidieron poner en venta el edificio, incluyendo la iglesia, aunque al parecer la compra no ha seducido a nadie. Lo cierto es que esta comunidad en cierto modo se ha desvinculado de nuevo de Valladolid y explota el edificio alquilando algunas dependencias a diversas asociaciones, siendo jesuitas quienes actualmente se ocupan de los servicios religiosos.




Iglesia de la Paz, postal de los años 60






















Iglesia de la Paz, postal de los años 70



















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