22 de julio de 2016

Theatrum: EL BEATO DE VALCAVADO, un fascinante códice mozárabe







BEATO DE VALCAVADO
Oveco, monje
970
Pergamino con miniaturas y textos en letra visigótica
Biblioteca del Colegio de Santa Cruz, Universidad de Valladolid
Procedente del monasterio de Valcavado (Palencia)
Arte mozárabe








Biblioteca del Colegio de Santa Cruz, Valladolid

El conocido como Beato de Valcavado o Códice de Valladolid es una de las copias más hermosas de las 30 que se conservan en el mundo, no todas iluminadas, con los famosos Comentarios al libro sagrado del Apocalipsis de San Juan —recopilación de la antigua literatura patrística— realizados por el teólogo y exégeta Beato de Liébana, cuyo nombre sirve para designar de forma genérica a todas las copias que de su obra se hicieron posteriormente, desde el siglo IX al XIII.

Tan peculiar edición, que recaló en Valladolid a principios del siglo XVII, ha conocido a lo largo de su dilatada existencia un buen número de peripecias que nos sirven de punto de partida para acercarnos a conocer su historia, la de su artífice y el contexto en que vio la luz en el oscuro escritorio de un monasterio palentino en pleno siglo X.



Beato de Valcabado, edición facsímil

Hemos de retrotraernos al siglo VIII, cuando tras haber sido invadido el sur de la península por los musulmanes, nobles, clérigos y parte de la población huyen hacia el norte buscando la protección en las zonas más abruptas —Picos de Europa— de León y Asturias. Es entonces cuando en el entorno de Liébana comenzaron a surgir monasterios que acogían importantes bibliotecas, entre ellos el de San Martín de Turieno, que después pasaría a denominarse Santo Toribio de Liébana. Allí aparece para la historia el monje Beato, que tras llegar al monasterio con una comunidad visigoda, en tiempos de Alfonso I, ocuparía los cargos de presbítero y abad, aunque hoy ante todo se le recuerda por ser autor de dos obras literarias paradigmáticas: O Dei verbum, de 785, que incluye un himno al apóstol Santiago cuya difusión antecedió al descubrimiento del sepulcro compostelano en el año 814, y los Comentarios al Apocalipsis de San Juan, cuyo códice original, elaborado el año 776 y no conservado, estaba concebido para combatir la herejía adopcionista1.


La Cruz de Oviedo y el Ejército del Señor
En su códice, Beato copia partes del Apocalipsis de San Juan y las explicaciones a las mismas dadas por los Padres de la Iglesia, dividiendo la obra en doce libros y con una organización en capítulos que incluyen el texto original —storia—, su explicación —explanatio— y las interpretaciones de otros autores —interpretatio—, estando datada la primera edición, como ya se ha dicho, en el año 776. Sobre esta, según algunas versiones, realizó modificaciones en el 784 y 786. Beato de Liébana, cuyas miniaturas mozárabes son precursoras del arte románico, debió morir en los inicios del siglo IX, siendo su obra repetidamente copiada en los siglos siguientes en ejemplares que en su mayoría están firmados y fechados, veintitrés de ellos con bellas iluminaciones iconográficas2.

Dichas ilustraciones constituyen una muestra genuina de la pintura mozárabe hispana, interviniendo en las diferentes copias del original de Beato iluminadores de la calidad de Magio, Florencio, Emeterio o Senior, que siempre respetaron la estructura de las imágenes anteriores, caracterizadas por mantener las pautas de los textos paleocristianos e incluir las tendencias provenientes del ámbito bizantino (aves afrontadas y filas de personajes), del carolingio (trenzados geométricos y cortinajes) y de las miniaturas irlandesas (orlas y grandes letras capitales), así como las propias aportaciones mozárabes (pliegues, tocados y arquitecturas inspiradas en Al Ándalus), mezclándose este conjunto de influencias en los beatos realizados en el siglo X.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis
Las escenas se centran en la expresividad y el dramatismo a través de un dibujo plano, hierático y sin sombreados sobre fondos de color intenso. Las figuras aparecen con los contornos del dibujo marcados, colocadas escalonadamente por la superficie, envueltas en esquemáticas vestiduras en las que simples líneas sugieren los pliegues y resaltando los ojos y las manos para establecer la tensión narrativa. Los fondos, que aluden a espacios, celajes o paisajes idílicos, aparecen representados en forma de franjas de diferentes colores, siempre muy vivos y planos, incorporando en ocasiones montañas sugeridas con lóbulos superpuestos, ríos en forma de franjas ondulantes o vegetales muy esquemáticos. En la aplicación del color sobre el pergamino siempre se utilizan pigmentos naturales obtenidos de carbón vegetal, de agalla de encina o de minerales sin mezclar, entre ellos el lapislázuli.

EL CÓDICE DE VALLADOLID

Para conocer la génesis de esta copia de la obra de Beato que se hiciera casi doscientos años después, hemos de trasladarnos a la fértil y hermosa vega del río Carrión, en tierras palentinas próximas a Saldaña, donde en el siglo X se hallaba enclavado el apartado monasterio de Nuestra Señora de Valcavado, en un territorio en el que hasta el siglo XIII se fueron asentando diversos monasterios, entre ellos el de Husillos (fundado en 922), el de San Juan de Saldaña, el de San Salvador de Nogal (ya existente en 1030), el de Santa María de Vega (fundado en 1215) o el de San Zoilo de Carrión de los Condes, por lo que se podría definir la vega del Carrión como una "Tebaida Palentina".
  
El Cordero sobre el monte Sión
De todos ellos, el de Valcavado fue uno de los más antiguos y uno de los que alcanzaron mayor celebridad por un doble motivo: por ser durante varios años, por razones estratégicas, el lugar de residencia de los obispos palentinos, tras ser arrasada la ciudad de Palencia durante la invasión musulmana y estar sin sede episcopal durante más de trescientos años, y por la elaboración entre sus muros del Beato de Valcavado, códice que copiaba los célebres Comentarios al Apocalipsis de San Juan del monje Beato de Liébana, al que la leyenda sitúa residiendo por un tiempo en el monasterio palentino.

Según informa el Cronicón Hispalense, el monasterio de Nuestra Señora de Valcavado fue fundado en el año 641, bajo la regla de San Benito, por el rey godo Chindasvinto, que también realizó otras fundaciones en Tierra de Campos. Trescientos años más tarde, durante el reinado de Ramiro III y cuando estaba al frente del monasterio el abad Sempronio, este encargó al monje Oveco una copia del Beato de Liébana, obra que, según figura en el propio manuscrito, fue comenzada el 8 de junio y terminada el 8 de septiembre del año 970, un periodo sorprendentemente corto para la calidad que presenta el trabajo, en el que también se hace constar —Sempronivs Abba Librvm— el nombre del abad que hizo el encargo.

El códice está compuesto por 230 folios escritos e iluminados, a los que habría que sumar otros 14 desaparecidos, cinco de los cuales posiblemente sean los que presentando genealogías se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid. Los textos están escritos en caligrafía redonda visigótica de tipo menudo y presenta abundantes notas en los márgenes, algunas escritas por el propio Oveco y otras añadidas posteriormente en el siglo XII.

El festín del rey Baltasar
Entre sus mayores atractivos se encuentra la serie de letras capitales, de gran belleza, así como las 87 escenas ilustradas con miniaturas tremendamente expresivas y de excelente calidad, algunas ocupando dos folios consecutivos, con un colorido y un tratamiento del pergamino similar al que presenta el Beato de San Miguel de Escalada, realizado el año 952. En las escenas, pobladas por numerosas figuras humanas y animales, las composiciones simbólicas se articulan sobre bandas irregulares que siguen la tradición de la escuela leonesa creada por Magio, en su mayoría rojas, azules y amarillas, presentando las consabidas influencias islámicas en el diseño de las vestimentas, en las actitudes de los personajes y en los elementos arquitectónicos incorporados.

Las miniaturas denotan una gran soltura en su ejecución en los 92 días en que fueron elaboradas, con los contornos marcados, una gran capacidad de composición de los diferentes temas y un rico colorido de tonos muy vivos, de los cuales los últimos análisis han permitido conocer el uso de azurita, malaquita y cinabrio para la elaboración de pigmentos que después eran aglutinados mediante huevo, miel o cola, con los fondos a menudo barnizados con cera.

Por todas estas características, el Beato de Valcavado está considerado como uno de los códices más interesantes de la cultura y el arte mozárabe, colocando al monje Oveco, su autor, en el grupo de los más destacados pintores miniaturistas de su época, como lo fueran en otros monasterios los ya citados Magio, Florencio, Emeterio y Senior, capaz de respetar el espíritu infundido a su obra por el Beato de Liébana hacia el año 776 en el monasterio cántabro de Santo Toribio, aunque con un gran talento para componer las escenas imprimiendo su sello personal en las sucesivas visiones apocalípticas y en los recursos decorativos propios del siglo X.

La trompeta
Entre la clasificación de los Beatos conservados, en base a su tipo de texto, se han establecido tres grupos o familias que responden a la nomenclatura I, IIa y IIb. Aunque todos ellos respetan la estructura del original, los más valiosos son los caligrafiados y miniados entre los siglos IX y XI, escritos con letra visigótica, mientras que los ejemplares tardíos, de los siglos XII y XIII, lo hacen con letra carolina e incluso gótica.
El Beato de Valcavado de la Biblioteca de Santa Cruz se encuadra en el grupo IIa, al que también pertenecen el Beato de San Miguel de Escalada realizado en 952 (Librería Morgan, Nueva York), el Beato de la Seo de Urgel del año 975 (catedral de Seo de Urgel), el Beato de Fernando I y Sancha elaborado por Facundo en 1047 (Biblioteca Nacional, Madrid), el Beato de Berlín de principios del siglo XII (Biblioteca Nacional de Berlín), el Beato de Silos copiado en 1109 por los monjes Domingo y Muño (British Library, Londres) y el Beato de Navarra de finales del XII (Biblioteca Nacional de París).

PERIPECIAS DEL BEATO DE VALCAVADO

El Beato de Valcavado permaneció en el monasterio de origen hasta el siglo XII, cuando al parecer fue depositado en la iglesia de la población de Valcavado, donde en 1572 fue localizado por el humanista e historiador cordobés Ambrosio de Morales cuando, a petición de Felipe II, emprendió un recorrido buscando libros por iglesias de León, Asturias y Galicia para fundar la Biblioteca de El Escorial. Sin embargo, ese mismo año Teófilo Guerra, arcediano de Valderas y Provisor del obispo de León, lo llevó a la ciudad leonesa para copiarlo, aunque esto no está muy claro. Poco después un secretario de Felipe II lo trasladó a Madrid y a continuación pasó por Toledo con la intención de hacer una edición impresa que no se llevó a cabo.

Colegio de Santa Cruz, Valladolid
En relación con aquel proyecto, a principios del siglo XVII el códice pasó a manos del padre Antonio Padilla, de la Compañía de Jesús, amante de los libros que pretendía realizar una colección de antiguos manuscritos, siendo quien lo trasladara a la biblioteca del Colegio de San Ambrosio que los jesuitas tenían en Valladolid, donde permaneció hasta que en 1767, a consecuencia de la expulsión de los jesuitas por Carlos III, los fondos bibliográficos de dicho colegio pasaron íntegramente a la Universidad de Valladolid, cuya biblioteca ocupa el salón noble del antiguo Colegio de Santa Cruz, lugar donde fue encuadernado en piel roja y donde el Beato de Valcavado se custodia en nuestros días bajo la consideración de ser su principal joya bibliográfica.         


Informe: J. M. Travieso.

Fotos obtenidas de las redes sociales.



Beato de Valcavado. Declaración de autoría
NOTAS

1 La herejía adopcionista, que mantenía la idea de que Jesús no era hijo natural de Dios, sino hijo adoptivo, equiparándole al profeta Mahoma, fue defendida en el siglo VIII por el obispo Elipando de Toledo y el obispo Féliz de Urgel.  Beato intenta en sus comentarios demostrar la naturaleza divina de Cristo.

2 RODRÍGUEZ MARÍN, Pilar: El Beato de Valcavado de la Universidad de Valladolid. En "Conocer Valladolid, V Curso de patrimonio cultural 2011/12", Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción-Ayuntamiento de Valladolid, Valladolid, 2012, pp. 137-157.



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