7 de agosto de 2015

Un museo interesante: CARMUS, MUSEO CARMELITANO, Alba de Tormes (Salamanca)

El 25 de enero de 1571 Teresa de Jesús, atendiendo la petición del contador del duque de Alba y de su esposa, realizaba la octava de sus fundaciones de carmelitas descalzas, que bajo la advocación de Nuestra Señora de la Anunciación quedó asentada en Alba de Tormes. Casi once años después, la santa andariega regresaba a este convento con muy poca salud y en una de sus celdas murió el 4 de octubre de 1582, convirtiéndose la iglesia en su lugar de enterramiento. Desde entonces el monasterio se transformaría en un centro de referencia devocional teresiana, conociendo una serie de transformaciones y ampliaciones a través del tiempo que han llegado a nuestros días, pues para exponer con la mayor dignidad el impresionante patrimonio histórico-artístico conventual acumulado durante siglos, se ha llevado a cabo una ampliación del Museo Carmelitano, obra del arquitecto Jesús Gascón Bernal, que fue inaugurada en junio de 2014 como paso previo a la conmemoración en todo el ámbito nacional del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa.

Camarín bajo
Bajo la titulación de Carmus, el Museo recoge más de 800 piezas, en su gran mayoría de extraordinaria calidad, que en otros tiempos estuvieron diseminadas por las dependencias de la clausura, entre las que se encuentran pinturas, esculturas, muebles, cerámicas, objetos domésticos de uso conventual, ornamentos litúrgicos, estandartes, obras de orfebrería, marfiles, relicarios, libros y documentos, etc., a lo que se suman algunas de las dependencias originales del convento con su propia decoración, incluyendo el sepulcro y las reliquias de la santa, así como la iglesia que siempre fue destino de peregrinación. El nuevo espacio cuenta con una moderna recepción en la que también se asienta la tienda del museo. El resultado es un importante complejo museístico lleno de alicientes para lo que podemos denominar "turismo religioso" que acrecienta el interés del impresionante conjunto monumental de Alba de Tormes.

A continuación citaremos algunos de los espacios más destacados del recorrido de Carmus, en los que se pueden contemplar las obras más sobresalientes y pintorescas.

Detalle del Camarín bajo
LOS CAMARINES DE LA IGLESIA 

Tras la muerte de Santa Teresa, la iglesia, que en principio estaba destinada a ser panteón de los fundadores, se convirtió en el espacio de veneración de su sepulcro. Para darlo mayor realce, entre 1670 y 1678 se amplió el templo con un crucero con cúpula, un coro para las monjas, una espaciosa sacristía y un nuevo presbiterio que incluía al fondo dos capillas superpuestas en forma de camarín. Las obras fueron patrocinadas por los reyes Felipe IV y María de Austria y proyectadas por el arquitecto carmelita fray Juan de San José.

Al término de las obras se instaló un nuevo retablo concebido como un gran relicario, pues en la parte baja dos puertas laterales permitían acceder a los relicarios del brazo y el corazón de la santa, mientras que en la parte central del único cuerpo del retablo, en una gran hornacina calada a modo de transparente, fue colocado el venerado sepulcro.

Niño Jesús montañesino del siglo XVII, en el Camarín bajo
En la visita al Museo, desde 2012 se pueden visitar los dos camarines superpuestos y sus correspondientes antecamarines, que están comunicados por la llamada Escalera del Duque, accediendo a estos interesantes espacios antaño reservados para la clausura. En ellos se ha conservado la decoración original, que se acompaña de notables obras de pintura y escultura que mantienen el espíritu conventual teresiano, un peculiar ambiente hasta hace pocos años inaccesible a los visitantes.

ANTECAMARÍN BAJO
En este espacio aparece expuesto un relicario con los restos de San Fidel, una pintura de la Virgen de Belén y un magnífico Crucifijo de marfil, posiblemente realizado por el boloñés Alessandro Algardi   hacia 1630.

CAMARÍN BAJO    
Esta sala, que antaño estuvo comunicada con el presbiterio por dos puertas en las que se exponían las reliquias de Santa Teresa, es uno de los espacios más atractivos del Museo por mantener intacto el ambiente devocional carmelitano, con las bóvedas barrocas pintadas y numerosas obras de pintura y escultura que se fueron acumulando a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

Canonización de Santa Teresa, escalera del Duque
En los lunetos de la bóveda se superpone una colección de lienzos que copian originales de Murillo. Representan los temas de la Anunciación, la Visitación, la Sagrada Familia, la Adoración de los Pastores, la Huida a Egipto, la Presentación del Niño en el templo, la Circuncisión y la Adoración de los Reyes.
A lo largo de los muros y dentro de un pequeño retablo se encuentran hornacinas acristaladas, rematadas por el emblema carmelitano, que contienen una importante Colección de imágenes del Niño Jesús, una iconografía muy potenciada en los conventos teresianos, en los siglos XVII y XVIII, que adquiría especial protagonismo en las celebraciones conventuales de la Navidad. Los populares Niños, todos de estética barroca, eran vestidos con distintas caracterizaciones por las propias monjas, que también les adjudicaban nombres y apodos. Entre ellos destacan algunos que siguen modelos montañesinos.

Interesante es la serie de pinturas barrocas al óleo del siglo XVIII que representan a San Juanito, el Buen Pastor, la Virgen de las Angustias, el Ecce Homo y el Ángel de la Guarda, así como las pequeñas pinturas sobre ágata del siglo XVII con el Martirio de San Esteban y el Martirio de San Lorenzo, la tabla de San Jerónimo y la Virgen con el Niño pintada sobre cobre.     
  
Camarín alto, sepulcro de Santa Teresa, 1760
ESCALERA DEL DUQUE
Es esta escalera, en la que está colocado un portacirios del siglo XVII, destaca la pintura de la Canonización de Santa Teresa en 1622, lienzo pintado en el siglo XVII que refleja la ceremonia presidida por el papa Gregorio XV y su sobrino Ludovico Ludovisi, cardenal y arzobispo de Bolonia, en la que fueron canonizados junto a la santa abulense los españoles san Isidro Labrador, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, así como el italiano san Felipe Neri. En la escena también aparecen representantes de la nobleza española y frailes carmelitas, que portan el estandarte de la nueva santa, lo que convierte la pintura en un interesante documento gráfico. 

ANTECAMARÍN ALTO
Junto a esculturas que representan a Santa Teresa y san Alberto de Trápani, primer santo de la Orden, es interesante el Título de Doctor Honoris Causa que fue concedido a la Santa por la Universidad de Salamanca en 1922, un artístico pergamino iluminado por Gabriel Ochoa que aparece firmado por el rey Alfonso XIII, el Presidente del Gobierno Sánchez Guerra y el rector Luis Maldonado.

Escritorio napolitano, Camarín alto
CAMARÍN ALTO   
Repite el esquema del camarín bajo, con un espacio principal reservado al Sepulcro de Santa Teresa, junto al que se han dispuesto los relicarios del brazo y del corazón, visibles en alto desde la nave de la iglesia. Desde el camarín, el sepulcro queda encerrado tras unas puertas coronadas por el escudo ducal de los Alba. La sala aparece decorada con pinturas barrocas al fresco que muestran un variado repertorio vegetal entre el que se distribuye toda la simbología teresiana y distintos anagramas carmelitanos.

Sobre las paredes están colocadas grandes pinturas al óleo realizadas por pintores que en el último tercio del siglo XVII estaban activos en Valladolid y Salamanca, como Diego Diez Ferreras, Lorenzo Aguilar o Simón Petti. Todas ellas representan escenas protagonizadas por la santa, como la Aparición de Cristo resucitado a Santa Teresa, la Imposición del collar a la santa por la Virgen y San José, Cristo entregando un clavo a la santa, Santa Teresa con San Agustín y la Transverberación, en la que aparecen retratados los fundadores del monasterio.

El programa pictórico se continúa en los lunetos de la bóveda, con pinturas de gran formato donde se representan escenas de la infancia de Santa Teresa en la pintura La niña Teresa jugando a hacer ermitas en el huerto de su casa; su entrada en el monasterio de la Encarnación recibida por tres monjas y la huida a tierra de moros para sufrir martirio y La muerte de Santa Teresa, obra realizada en 1687 por Juan Simón Gutiérrez, pintor seguidor de Murillo.

Abraham Willemsem, Transverberación, Sala de cobres
Muy interesantes son dos escritorios napolitanos —stipi— decorados con cristales pintados por Vittore Billa con alegorías de las artes y las ciencias, aunque la obra principal es el Sepulcro de Santa Teresa, colocado entre dos rejas, una orientada a la iglesia y otra al camarín. Allí fue colocado en 1677, aunque en 1760 la primitiva urna se sustituyó por otra de mármol negro con adornos dorados de bronce y coronada por dos angelitos de mármol blanco que recuerdan la transverberación, obra donada al monasterio por el rey Fernando VI y Bárbara de Braganza. A los lados se exponen el Relicario del brazo de Santa Teresa, separado del cuerpo en 1585 para perpetuar su presencia en Alba cuando el cuerpo fue enviado a Ávila, y el Relicario del corazón de la Santa, extraído en 1591 para ser examinado por doctores de la Universidad de Salamanca.

SALAS DE COBRES
En dos salas se expone una valiosa selección de pinturas sobre cobre y sobre piedra (mármol y ágata), una modalidad aparecida en Italia en la segunda mitad del XVI, generalizada en el XVII en los Países Bajos y muy difundidas en España e Hispanoamérica. En la primera sala destaca una Anunciación del círculo de Luca Giordano y una serie de piezas devocionales del siglo XVIII que representan a San Miguel, el Ecce Homo, Cristo mostrado a los judíos, el Buen Pastor, la Inmaculada, San Antonio de Padua, San Juan Evangelista y el Ángel de la guarda. Notable es la llamada Virgen de Cracovia, pintada sobre ágata en el siglo XVI.

Nuevas salas, pinturas de Charles J, Flipart, 1753
Otra importante colección de pinturas sobre cobre, del siglo XVII, se exponen en la segunda sala. De idéntico formato, están firmadas por el pintor Abraham Willemsem (Amberes 1610-1672) y representan la Circuncisión, la Huida a Egipto, Paisaje con la Sagrada Familia, Las dos Trinidades, Paisaje con la Virgen y el Niño, San Juanito, Santa Isabel, Cristo y la Samaritana, la Cena en casa del fariseo, la Magdalena penitente, San Sebastián curado por los ángeles y  la Transverberación de Santa Teresa.

NUEVAS SALAS
Con un concepto museístico muy actual, en estas amplias salas se agrupan grandes vitrinas centrales que contienen estandartes, esculturas y objetos de culto, junto a otras más discretas acopladas a los muros con marfiles, así como pinturas de gran formato cubriendo las paredes.

Entre los estandartes más sobresalientes están el Estandarte de la Hermandad de Santa Teresa de Alba, con el Triunfo de Santa Teresa pintado al óleo en un medallón elíptico; el Estandarte de la provincia carmelitana de Aquitania y el Estandarte de la provincia de Avignon, ambos realizados en 1882 para el centenario de la muerte de la santa; el Estandarte de Kensington, obra inglesa con forma de escudo en cuyo medallón se representa la Imposición del escapulario a san Simón Stock.

Pedro de Mena. Escaparate de la Dolorosa, h. 1675
En este ámbito, dentro y fuera de las vitrinas, se exponen esculturas entre las que destacan varias imágenes del Niño Jesús, una de ellas de marfil, venciendo un dragón, y dos en cera: el Doctorcito, sentado en un trono, y el Niño Jesús de Praga. Junto a ellas se hallan una Virgen del Carmen y un San José del escultor Juan de Ávila, un San José con el Niño de escuela granadina, dos Nacimientos y dos Bustos relicarios de santas del siglo XVI. Pintorescos son el Atril con Santa Teresa pintada sobre nácar y una arqueta con incrustaciones, ambas piezas pertenecientes al arte namban japonés.

Sin duda la mejor obra escultórica es la imagen de la Dolorosa realizada por Pedro de Mena hacia 1675, uno de los mejores ejemplares del escultor que incluye junto al busto el sudario con la corona de espinas y los clavos. Se conserva dentro de la vitrina escaparate que en otro tiempo estuvo colocada en el Camarín alto.
Dentro de otra gran vitrina se encuentra la imagen de Jesús Nazareno, imagen de vestir tallada por Paulino Ceballos y policromada por Juan de Ganuza, que fue donada por el papa León XIII en 1889. También es destacable la Virgen de Trapani, labrada en alabastro siguiendo el modelo de Nino Pisano para la iglesia carmelita de l'Annunziata.

Especial interés tienen dos vitrinas que contienen exquisitos trabajos filipinos e indo-lusitanos en marfil. En una de ellas se expone una colección de representaciones del Buen Pastor, con la característica iconografía del Niño Jesús dormido sobre un montículo en el que pastan las ovejas, con cuevas, fuentes y vegetales y la figura de Dios Padre en la parte superior. En otra aparecen dos pequeños altares dedicados a san Francisco y san Ignacio, dos Calvarios en miniatura, cartuchos devocionales e imágenes de San Juan Bautista y cuatro santos franciscanos.

Detalle del Buen Pastor, marfil indo-lusitano
Entre las grandes pinturas figuran las representaciones de San Francisco de Paula y San Fernando, pintadas en 1753 por Charles Joseph Flipart, un pintor parisino de formación veneciana que se instaló en Madrid como pintor de la corte. Junto a ellas está la pintura de Cristo asistido por ángeles, buena copia del original de Guido Reni que se guarda en el  castillo de Schleissheim, cerca de Múnich.           

SALA DEL TRABAJO CONVENTUAL
Ocupa la antigua capilla de San José, lo que explica la presencia del pequeño retablo que preside la sala, en la que se aglutinan objetos y enseres antaño utilizados en la vida cotidiana de la clausura. Allí aparecen devanaderas, ruecas de hilar, una abundante colección de tijeras despabiladeras, campanillas flamencas, una colección planchas de hierro fundido, braseros de mano, chocolateras, almireces, etc. No falta una colección de piezas cerámicas para todo tipo de usos, muchas elaboradas en los seculares alfares de Alba de Tormes, que recuerdan la expresión de Santa Teresa "entre los pucheros anda el Señor",  así como una variada muestra de loza utilitaria.
Sala del trabajo conventual
Dentro de una vitrina colocada sobre el altar aparece una curiosa imagen del Niño Jesús dormido sobre dos cojines que fue realizada hacia 1600.

SALA DE ORFEBRERÍA
En esta sala se reúne una impresionante colección de virtuosas piezas suntuarias atesoradas a lo largo de los siglos, en su gran mayoría realizadas en metales preciosos y donadas por papas, reyes, nobles, clérigos y fieles de toda condición.
Algunas son piezas llegadas desde finales del XVI hasta el XIX a través de la ruta del Galeón de Manila, que con origen en la ciudad filipina recorría Acapulco y Veracruz hasta llegar a Sevilla. Ello explica la presencia de obras chinas, indo-lusitanas e  hispanoamericanas, sin que falten bellas muestras de los talleres coraleros de Trapani y otras realizadas en París, Madrid y Salamanca.
Una obra excepcional es la escultura de San Miguel que preside la sala, en bronce dorado y atribuida al gran escultor Alessandro Algardi.  Espectacular es el Frontal de altar de plata, obra cincelada por Francisco Villarroel en 1734. Por las vitrinas que rodean la sala se distribuye un ingente número de cruces, candelabros, sacras, bandejas, relicarios, custodias, cálices, copones, incensarios, hostiarios, campanillas, etc. Asimismo, en una vitrina colocada en el centro se expone una selección de joyas.
Sala de orfebrería
La pieza más exótica es un pintoresco escaparate de principios del siglo XVIII, denominado "La alhaja", que debió ser realizado en algún taller de Trapani. Con un relieve central en marfil, que representa la Anunciación, se ornamenta con delicados trabajos vegetales labrados en coral, carey y nácar, con aplicaciones de plata y bronce, que crean un abigarrado universo decorativo de gusto tardobarroco.   

SALA DE ORNAMENTOS LITÚRGICOS
Junto a la sala de orfebrería se ha habilitado otra repleta de vitrinas en las que se expone una rica colección de ornamentos textiles utilizados con fines litúrgicos, entre ellos casullas, capas pluviales y dalmáticas, que se complementan con estolas, manípulos, paños de cáliz, guadamecíes, etc. Las piezas más importantes fueron bordadas en México y otras por las propias monjas teresianas.
Sobre la vitrinas aparece una colección de relicarios conventuales que adoptan la forma de escaparates unificados en su estética.

Detalle de "La alhaja", escaparate de Trapani, principios del XVIII
PINACOTECA
Situada en el cuarto piso, presenta pintorescas obras de mobiliario, una selección de esculturas y una importante colección de pinturas. Destaca un Escritorio con tapa abatible decorado con exquisitos trabajos de taraceas que representan escenas de caza y perspectivas arquitectónicas. Fue realizado hacia 1565 seguramente en el círculo de Bartolomé Weisshaupt cuando trabajaba para El Escorial.

Entre las pinturas merecen una mención especial el Tríptico de la Virgen de la Paz, con tablas flamencas del XVI que representan a la Virgen con el Niño, la Adoración de los pastores y la Huída a Egipto; Jesús con la cruz a cuestas, pintura leonardesca firmada en 1537 por Palmezzano; la Virgen con el Niño de mediados del siglo XVI, obra de Luis de Morales; la Asunción firmada por fray Lorenzo de San Ignacio y fechada en 1674; el Paroxismo de Santa Teresa, pintada en 1735 por Juan García Miranda; Cristo vencedor de la muerte, de Sebastián Herrera Barnuevo y el Niño Jesús como buen pastor, de autor anónimo del siglo XVIII.

Pinacoteca, Tríptico flamenco de la Virgen de la Paz, s. XVI
Entre la pequeña selección escultórica destacaremos un bello Niño Jesús de Malinas, así como la presencia del célebre Estandarte de la Canonización de Santa Teresa en 1622, que fue pintado en Italia y meticulosamente restaurado por el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Castilla y León. Está realizado en seda carmesí sobre la que aparece pintada al óleo la efigie de la santa en el anverso, siguiendo el famoso retrato de fray Juan de la Miseria, y el escudo de la Casa de Alba en el reverso, con más interés histórico que artístico.

La visita se completa con la entrada a la iglesia del monasterio, desde la que se accede a la sala-capilla en que se produjo la muerte de Santa Teresa, en cuyo recinto se exponen numerosos objetos personales relacionados a la santa.





Pinacoteca, Luis de Morales, Virgen con el Niño, mediados XVI
HORARIOS DE VISITA
De lunes a jueves: de 11 a 13 y de 16 a 18 h.
De viernes a domingo: de 11 a 13 y de 16 a 18:30 h.

Información de horarios con motivo de la exposición de Las Edades del Hombre: pulsar aquí


PRECIOS
Entrada individual con audioguía: 3 €.
Entrada grupos (más de 10 personas) con audioguía: 2 € por persona.
Precio entrada grupos con audioguía individual (más de 10 personas) 2 € por persona.


Precio visitas guiadas:

a) Grupos con su propio guía. Deben disponer de un propio sistema de guiado o alquilar el sistema en el Museo al precio de 1 € por visitante en visitas de 45 minutos. El importe del alquiler se abona en la recepción. El alquiler está sujeto a la disponibilidad de equipos.

Estandarte de la Canonización de Santa Teresa, 1622
b) Grupos que soliciten la visita guiada por personal del Museo. Tendrá un coste adicional de 1 € por persona, que se abona en la recepción. La realización de la visita guiada por el personal del museo está sujeta a disponibilidad y no podrá confirmarse hasta la llegada del grupo.     












Aspecto de la Pinacoteca
















Fachada de la iglesia de la Anunciación, Alba de Tormes













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