27 de febrero de 2015

Theatrum: ÁNGELES Y DEMONIOS, repertorio iconográfico en Valladolid (IV)


6 y 7   ARCÁNGEL SAN MIGUEL Y SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA
Juan Imberto, 1613.
Iglesia del convento de Santa Isabel, Valladolid.

Durante el primer tercio del siglo XVII la escultura vallisoletana se polarizó en torno a la obra creativa del taller de Gregorio Fernández, algo que no ocurrió de forma tan determinante en la actividad de los ensambladores, artífices de la arquitectura de los retablos, cuya actividad estuvo más diversificada, destacando entre ellos los talleres de Juan de Muniátegui, el de Cristóbal y sus hijos Juan y Francisco Velázquez y el de Melchor de Beya, padre e hijo, todos ellos relacionados personalmente con el escultor gallego, tanto por motivos profesionales como por empatía.
El alto nivel alcanzado por Francisco de Rincón y Juan de Ávila y, sobre todo, por Gregorio Fernández y sus seguidores, algunos de los cuales asumían los trabajos que el apreciado maestro no podía atender por exceso de trabajo, hizo que los retablos vallisoletanos se decantaran en su composición, salvo en contadas excepciones, esencialmente por trabajos escultóricos en detrimento de la pintura, cuyo máximo representante en Valladolid era Diego Valentín Díaz.

Retablo de Santa Isabel. Juan Imberto, 1613. Valladolid
Un buen ejemplo de ello es el retablo mayor de la iglesia del convento vallisoletano de Santa Isabel, sin duda una obra codiciada por cualquier artista que fue concertada el 21 de junio de 1613 entre la abadesa y el ensamblador Francisco Velázquez, según un contrato que especificaba medidas, materiales y la iconografía a incluir. Velázquez delegaba el 5 de noviembre de 1613 toda la obra de escultura en Juan Imberto y parte de la obra del retablo al ensamblador Melchor de Beya, según documentación aportada en 1941 por Pilar López Barrientos5.

El espacio receptor era un antiguo beaterio de monjas franciscanas, fundado en 1472, que después pasó a acoger una comunidad de clarisas franciscanas según licencia papal otorgada por Inocencio VIII en 1484. A principios del siglo XVI tuvo como benefactora a doña Isabel de Solórzano, viuda de contador de los Reyes Católicos don Diego de la Muela, que llegó a ocupar el cargo de abadesa. La austera iglesia del convento, obra del arquitecto palentino Bartolomé de Solórzano, también contaría con otros patronos, como el doctor Francisco de Espinosa y su esposa doña Juana de Herrera, que en 1550 adquirieron los derechos de la capilla de San Francisco para ser utilizada como enterramiento familiar, dotando a la capilla de obras de Juan de Juni.

Anunciación. Juan Imberto, 1613. Convento de Santa Isabel, Valladolid
Una vez realizado el retablo, incluyendo los relieves historiados y figuras de bulto de Juan Imberto, el 26 de agosto de 1621 la comunidad de "Isabeles" encargaba al pintor Marcelo Martínez la tarea de "dorar, estofar y encarnar" las esculturas y mazonería del mismo, al tiempo que establecía que la imagen de la santa titular, realizada en altorrelieve por Juan Imberto, se cambiaría por otra de bulto redondo solicitada ese mismo año a Gregorio Fernández6. El relieve de Santa Isabel de Juan Imberto sería reconvertido en una imagen de Santa Teresa y vendido a los Carmelitas Descalzos, aunque actualmente se conserva en los muros de la cercana iglesia de San Benito el Real.

Se trata de un elegante retablo clasicista formado por banco, dos cuerpos y ático, con una organización vertical en cinco calles, las interiores con cuatro relieves dedicados a la Virgen que representan la Anunciación, la Visitación, la Aparición de Cristo resucitado a María y la Asunción, y las exteriores con un santoral de bulto integrado por San Juan Bautista, San Juan Evangelista, y los franciscanos San Antonio y San Bernardino, con relieves de Virtudes sobre ellos, que se acompañan de San Luis y San Buenaventura junto al Calvario del ático. Se complementa con bellos relieves en el banco que representan a la Magdalena, San Jerónimo, la Adoración de los Pastores y la Epifanía, complementándose con relieves en los netos que muestran a San Pedro, San Pablo, San Agustín, San Ambrosio, San Buenaventura y los santos franciscanos San Diego de Alcalá, Santa Clara y Santa Rosa de Viterbo, así como un Ecce Homo colocado sobre el tabernáculo.

A los lados del presbiterio aparecen dos figuras de ángeles colocados sobre peanas que cuando se firmó el contrato estaba previsto fueran colocadas en las hornacinas del segundo cuerpo del retablo, las situadas a los lados de la figura de Santa Isabel. Sin embargo, antes de la aplicación de la policromía el proyecto se modificó y sus lugares fueron ocupados por los santos franciscanos que aparecen en la actualidad, siendo en principio relegados al ático y después colocados fuera del retablo, en ambos lados del presbiterio7. Representan al arcángel San Miguel y al Santo Ángel de la Guarda y también son obra de Juan Imberto.

El escultor Juan Imberto
El escultor y ensamblador Juan Imberto era hijo del también ensamblador Mateo Imberto y nació en Segovia en torno a 1580. Culminó su formación en Valladolid, donde en los primeros años del siglo XVII abrió su propio taller en la calle Francos (actual Juan Mambrilla), trabajando en la ciudad en varias ocasiones juntos a los ensambladores Melchor de Beya y la familia Velázquez, asiduos colaboradores de Gregorio Fernández, como ocurrió en las obras de Santa Isabel.
Al menos desde 1618 tuvo taller instalado en Segovia, su ciudad natal, donde vivió casado primero con Úrsula Sustayta y en segundas nupcias con Juana Gutiérrez8.  Allí desarrolló un prolífico trabajo que le permitió disfrutar de una vida acomodada hasta que murió el 10 de julio de 1626 y fue enterrado en la iglesia segoviana de San Miguel9.
En su estilo perviven resonancias manieristas y rostros un tanto inexpresivos, a pesar de lo cual consigue impregnar de sello propio a sus esculturas, desarrollando una iconografía basada en estampas y grabados llegados de Europa, entre ellos de Hieronymus Wierix, maestro grabador con taller en Amberes, y sobre todo imitando los modos de Pedro de la Cuadra y los modelos de Gregorio Fernández, como se patentiza en el retablo y los ángeles del convento de Santa Isabel.

El arcángel San Miguel
Aparece colocado sobre una peana fijada en la pared del lado del Evangelio del presbiterio de la iglesia, a pocos metros del retablo para el que originariamente fue concebido. Tiene un tamaño que ronda el natural, está tallado en bulto redondo y representa a San Miguel victorioso sobre la figura de Lucifer vencido a sus pies. El grupo repite en todos sus detalles el prototipo creado por Gregorio Fernández en 1606 para la iglesia de San Miguel, aunque Juan Imberto introduce ligeras variantes que denotan su habilidad para recrear tipos.

La disposición es idéntica, con el brazo derecho levantado sujetando una lanza y el izquierdo bajado en actitud, a juzgar por la posición de los dedos, de sujetar un escudo desaparecido. Igualmente flexiona su pierna izquierda y la coloca sobre el cuerpo del vencido, pero la derecha, en lugar de estar colocada por detrás de éste, como en el modelo fernandino, se sitúa al frente proporcionando un efecto más rotundo. Otras alteraciones contribuyen a marcar la diferencia, como la colocación de Lucifer en sentido contrario, con la cabeza a la derecha, lo que también obliga a girar hacia ese lado la cabeza del arcángel, así como las alas desplegadas en lugar de la posición en reposo del modelo imitado. San Miguel viste el tipo de indumentaria generalizada en el siglo XVII para representarle como líder de las legiones celestiales, apareciendo en este caso como un estricto legionario romano que incluso calza borceguíes. Adolece, sin embargo, de la inexpresividad del rostro que caracteriza la obra de Juan Imberto, siendo otro rasgo la alta frente y el largo cuello habitual en sus figuras.

El ángel y el demonio se rematan con una exquisita policromía aplicada por Marcelo Martínez, hermano del pintor Francisco Martínez, que policromó numerosas obras de Gregorio Fernández. Prevalece en la indumentaria un rico colorido en cuyos esgrafiados deja aflorar el brillo del oro, mientras que las carnaciones están realizadas en mate y tratadas como una pintura de caballete, con tonos sonrosados aplicados de forma selectiva y contrastando la piel lechosa del arcángel con la piel curtida del demonio.      

El Santo Ángel de la Guarda
Colocado frente a San Miguel, en el lado de la Epistola, aparece el grupo del Santo Ángel de la Guarda ajustado a la iconografía tradicional, con el ángel en posición de caminar por la senda de la vida, con el dedo señalando hacia el Cielo como destino y amparando bajo su brazo izquierdo la figura de un niño que simboliza el alma humana. Su presencia corrobora la extensión de su devoción en el siglo XVII, equiparando su presencia a la de los arcángeles más populares.

La imagen toma como modelo la imagen del arcángel San Gabriel realizada por Gregorio Fernández para el retablo de San Miguel, al que se ajusta con enorme fidelidad en su disposición corporal, en la colocación de los brazos, en el diseño de la cabeza y en el tipo de indumentaria, que incluso repite idéntico colorido, aunque se modifica la posición de las alas y en conjunto carece de los sutiles detalles de la obra del gran maestro.

El Ángel Custodio viste un doble juego de túnicas con las consiguientes aberturas laterales, una interior larga y de tono blanquecino, que deja visible la pierna izquierda al lanzar el paso, y otra más corta de mangas anchas y cuello vuelto con el interior forrado en tono verdoso y el exterior decorado a punta de pincel con grandes motivos florales de color rojo que simulan brocados. Grandes broches ejecutados con detalle adornan los extremos de las aberturas y el cuello, así como un cinturón ondulado ceñido a la cintura. La figura del niño, aunque expresiva, ofrece valores plásticos más limitados. Aparece pegado al ángel, con la cabeza elevada, brazos levantados a la altura del pecho en gesto de sumisión y el cuerpo revestido por una túnica ceñida en la cintura por un cíngulo, siendo protegido por una mano del Custodio colocada en su espalda.
En la imagen destaca el color sumamente llamativo aplicado por Marcelo Martínez en base a una gama de suaves tonos en marfil y verde que contrasta con los motivos decorativos en rojo intenso. 

(Continuará)

Informe y fotografías: J. M. Travieso.




NOTAS

5 LÓPEZ BARRIENTOS, Mª del Pilar. El retablo mayor del convento de Santa Isabel de Valladolid. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 8, 1941, p. 243.
6 ANDRÉS GONZÁLEZ, Patricia. Gregorio Fernández, Imberto y Wierix y el retablo mayor de las "isabeles" de Valladolid. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 65, 1999, p. 266.
7 Ibídem, p. 273.
8 MORENO ALCALDE, Mercedes. Noticias sobre el escultor Juan Imberto. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 47, 1981, p. 457.
9 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Escultores coetáneos y discípulos de Gregorio Fernández en Valladolid. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), Tomo 50, 1984, p. 357.

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26 de febrero de 2015

La otra cara de la moneda: Destrucción por el ISIS de obras arqueológicas en Mosul, Irak



SIN COMENTARIOS

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Museo Nacional de Escultura: inauguradas seis nuevas salas




MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. COLEGIO DE SAN GREGORIO
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid


Con la presencia de María Bolaños, Directora del Museo, Miguel González Suela, Subdirector General de Museos Estatales, José María Mediero López, Secretario Técnico de Infraestructuras, Mercedes Cantalapiedra, Concejala de Cultura, Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, representantes del Ejército, miembros de la Asociación de Amigos del Museo y prensa en general, el 26 de febrero se han inaugurado seis nuevas salas del Museo Nacional de Escultura situadas en la planta baja del patio del colegio, con lo que se culmina el proyecto original tras la remodelación y reapertura de las instalaciones el año 2009.


LA MEMORIA DEL MUSEO

Tres de las salas, que constituyen el espacio A, están dedicadas a contar la trayectoria histórica del Museo, un concepto innovador por el que, según afirma la directora, acostumbrados a que los museos nos cuenten la historia de las obras de arte que se exponen, presenta al propio recinto museográfico como una obra excepcional desde que se fundara en el siglo XV como colegio renacentista destinado a la formación de teólogos y su devenir hasta nuestros días.
De manera que el Museo cuenta su propia historia a través de paneles, fotografías, documentos, ediciones y obras artísticas de pequeño formato, todo relacionado con las distintas vicisitudes desde su origen medieval hasta enlazar con su primera conversión en Museo Provincial de Bellas Artes y desde 1933 como Museo Nacional de Escultura.


ARTE Y VIDA PRIVADA    

Una importante colección de obras de arte destinado a los ámbitos domésticos, muy diferente al realizado para iglesias, conventos e instituciones gubernativas de otro tiempo, se distribuyen por otras tres salas que conforman el espacio C, que se viene a sumar al espacio B dedicado a los pasos procesionales, que ya fuera inaugurado en 2009.

Las obras representan el nuevo mundo del individualismo moderno y los objetos personales reclamados por nobles y burgueses desde el Renacimiento hasta la Ilustración, permitiendo apreciar una gran variedad de objetos entre los que figuran cuadros de gabinete, cofres, objetos y escaparates de devoción, piezas para oratorios y celdas, mobiliario decorado, curiosos instrumentos científicos, piezas textiles, ediciones impresas y una exquisita colección de escultura y pintura de pequeño formato entre la que destaca el Retrato de la reina Juana I de Castilla, un extraordinario Bodegón de Luis Meléndez y la impresionante pintura de Demócrito y Heráclito de Rubens, pintada en Valladolid durante la estancia del pintor en la corte de Felipe III como embajador del Duque de Mantua.

Asimismo, la variada selección de obras se viene a convertir en todo un catálogo de diferentes técnicas artísticas de gran valor didáctico, puesto que se muestran pinturas tanto sobre tabla como sobre lienzo, esculturas y relieves realizados en terracota, cera, bronce, mármol, alabastro, peltre y madera policromada, trabajos de piedras duras, planchas para estampaciones, etc.

Esperemos que estas salas constituyan un nuevo acicate para que los amantes del arte y de la historia se acerquen al Museo Nacional de Escultura, que para celebrar tan importante suceso ha establecido una Jornada de puertas abiertas, con entrada gratuita y en horario habitual, desde el 27 de febrero al 1 de marzo de 2015.




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Música en febrero: FIELDS OF GOLD, de Sting, en versión de Sara Niemietz



Recreación nostálgica del temazo de Sting.


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Revista ATTICUS nº 27

En febrero 2015 se ha publicado el número 27 de la Revista Atticus, en la que junto a las habituales secciones de editorial, fotodenuncia, humor gráfico, fotografía y relatos destacan los siguientes artículos:

* Los jugadores de cartas en la Historia del Arte. Luis José Cuadrado.
* La idealización de las "flappers" en los años 20. Ángel Comas.
* Zeppelin, el Titanic de los cielos. Cristian Mielost.
* Félix Cuadrado Lomas. Cristina González Vítores.
* Volker Schlöndorff. Ángel Comas.
* Los mejores álbumes de música de 2014. Rubén Gámez
* Exposiciones. Luis José Cuadrado y Almudena Martínez.
* Crítica de cine. Luis José Cuadrado y Alfonso Jesús Población.
* La cocina de los libros. Noemí Valiente.

Descarga en pdf: Revista Atticus 27.

Recordamos que se puede acceder directamente a esta revista virtual desde el icono que aparece como acceso directo en la parte izquierda de esta página o en la dirección http://www.revistaatticus.es/, donde se encuentran archivados todos los ejemplares publicados hasta la fecha, a los que se puede acceder de forma gratuita.

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25 de febrero de 2015

Programa de TVE: LA MAGDALENA PENITENTE, de Pedro de Mena



En el programa "La mitad invisible" de TVE, Juan Carlos Ortega toma como pretexto la impresionante imagen de la Magdalena penitente de Pedro de Mena, joya de la escultura barroca española que se expone en el Museo Nacional de Escultura, para acercarse a los secretos de la obra, del oficio de escultor y del personaje evangélico, según un guión de Blanca Flaquer.

Para ver el programa completo pulsa AQUÍ

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23 de febrero de 2015

Concierto: CONCIERTO DE CARNAVAL, 26 de febrero 2015


MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. CAPILLA DEL MUSEO
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid

QUINTETO RICERCATA
El Quinteto Ricercata surgió al amparo de la Escuela Superior de Música "Reina Sofía" y está integrado por Lope Morales (flauta), Carlos Quiñonero (oboe), Saulo Guerra (clarinete), María Rosario Martínez (fagot) y Pablo Fernández (trompa). Los profesores Hansjörg Schellenberger, Radovan Vlatkovi y Klaus Thunemann fueron los principales promotores de un grupo que quedaba articulado por la presencia de algunos instrumentos de sus distintas cátedras de instrumento en la Escuela "Reina Sofía" y que disfrutaban de una sólida formación.
Así, Lope Morales, estudió en el Conservatorio de Música de Jaén y en el Real Conservatorio Victoria Eugenia de Granada; Carlos Quiñonero es ex-alumno del Conservatorio Profesional de Música de Murcia y del Conservatorio Superior de Música "Manuel Massotti Litel" de Murcia; Saulo José Guerra se formó en Conservatorio Superior de Música de Canarias; María Rosario Martínez ha recibido clase en el Conservatorio Profesional de Música de Valencia; y Pablo Fernández estució en la Escuela de Altos Estudios Musicales de Galicia y del Conservatorio Superior de Música de La Coruña.

Jueves 26 de febrero
Capilla del Colegio de San Gregorio, 20,30 h.
CONCIERTO DE CARNAVAL
Quinteto Ricercata
Entrada libre hasta completar aforo

Colabora AIEnRUTA Clásicos

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20 de febrero de 2015

VIAJE: VALLE DEL JERTE Y PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE, 29 de marzo 2015

Salida a las 7,30 h. desde la plaza de Colón con dirección al Puerto de Tornavacas. Desayuno a la llegada. A continuación recorrido por el Valle del Jerte. Pausa en Cabezuela del Valle para llegar hasta el río. Breve tiempo libre. Alrededor de las 14 h. llegaremos a Plasencia, donde almorzaremos en un restaurante local. Al finalizar la comida, salida hacia el parque Nacional de Monfragüe (breve visita). Salida hacia Valladolid alrededor de las 18,30 h., con llegada prevista alrededor de las 21 h.    

PRECIO SOCIO: 45 €.
PRECIO NO SOCIO: 50 €.

INCLUYE:  
Viaje en autobús por el Valle del Jerte y el Parque Nacional de Monfragüe.
Desayuno en un restaurante de Tornavacas.
Visita con guía especializado al Valle del Jerte y al Parque Nacional de Monfragüe.
Almuerzo en restaurante de Plasencia.
Seguro de Viaje.

NO INCLUYE:  Gastos no especificados.

REQUISITOS: Grupo máximo 45 personas.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228, de 22 a 24 horas, a partir del 23 de febrero.

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VIAJE: MADRID / MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL Y EXPOSICIONES, 24 de marzo 2015


VISITA EXTRAORDINARIA

Punto de encuentro en Estación de ferrocarril Campo Grande a las 7,45 h. Salida en Intercity 04060 a las 8,07 con dirección Madrid-Chamartín. Traslado en metro desde  la estación de Chamartín hasta la sede del Banco de Santander del Paseo de la Castellana, para tomar el autobús gratuito con dirección a la Ciudad Financiera en Boadilla del Monte, para visitar dicha ciudad y la exposición All The World’s A Stage, con una selección de obras de arte contemporáneo de la Goetz Collection (visitas guiadas). Tras finalizar la visita llegada a Madrid aproximadamente a las 13 h. A continuación nos trasladaremos a la sala de Exposiciones de Mapfre para visitar la exposición El Canto del Cisne, con obras académicas del Museo D´Orsay. Comida en el café Gijón a las 14,15 h. A las 15,30 visita guiada  al Museo Arqueológico Nacional. Al finalizar tiempo libre. Regreso a Valladolid, en el tren Intercity 04201 de las 20,30, con llegada a Valladolid a las 21, 38.

PRECIO SOCIO: 50 €.
PRECIO NO SOCIO: 55 €.

INCLUYE:  Billetes del tren Intercity (Ida y vuelta), entrada Museo Arqueológico Nacional, comida y seguro.

REQUISITOS: Grupo máximo 20 personas.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228, de 22 a 24 horas, a partir del 23 de febrero.


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Theatrum: ÁNGELES Y DEMONIOS, repertorio iconográfico en Valladolid (III)


5  ARCÁNGEL SAN GABRIEL 
Gregorio Fernández, hacia 1611.
Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid.

En 1974 el historiador José Carlos Brasas Egido, catedrático de la Universidad de Salamanca, encontraba esta escultura abandonada y en un lamentable estado de conservación en el desván de la iglesia de la Asunción de Tudela de Duero (Valladolid), con los brazos mutilados y separados del cuerpo3. Puesta en valor la calidad de la talla, después de ser convenientemente recompuesta y restaurada, fue recogida en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, donde figura entre sus obras más atractivas por presentar numerosas singularidades y una iconografía peculiar. El proceso de restauración permitió relacionar la escultura con la obra elaborada por Gregorio Fernández para la iglesia tudelana, pudiéndose comprobar la maestría del escultor en el ahuecado de las esculturas de madera para conseguir estabilidad y ligereza, pues en este caso mientras que las piernas están talladas de forma maciza en algunas partes del torso el grosor apenas llega a los 2 mm.  

La disposición de la figura, con aspecto de delicado adolescente, remite inevitablemente al célebre Mercurio realizado en bronce en 1580 por Giambologna (Museo del Bargello, Florencia). Su ademán de levantar el brazo derecho a modo de saludo, la colocación de los dedos de la mano izquierda en actitud de sujetar algún objeto con delicadeza y la pierna derecha flexionada en el aire haciendo que su único apoyo sea el pie izquierdo, como si descendiese de un vuelo, han hecho presuponer que se trate del arcángel San Gabriel y que originariamente formase parte de un grupo de la Anunciación.

No obstante, se han hecho todo tipo de especulaciones explicando su posible procedencia. Una de ellas apunta que podría haber servido de modelo en el taller de Gregorio Fernández para realizar el relieve de la Anunciación que forma parte del retablo de la misma iglesia de la Asunción de Tudela de Duero en que fue hallado, en el que la figura de San Gabriel presenta rasgos similares. La autoría de dicho relieve y la participación de Gregorio Fernández en aquel retablo que habían realizado el vallisoletano Francisco de la Maza y el palentino Manuel Álvarez está documentada4, conociéndose de igual manera que para el mismo fue solicitado en 1611 al ensamblador Francisco Fernando un tabernáculo que debía estar ornamentado con pequeñas figuras que también fueron encomendadas a Gregorio Fernández, asentado en Valladolid desde poco tiempo atrás, una de las cuales pudo ser este ángel, de 1,10 m de altura, que pudo coronar dicho tabernáculo. No hay que olvidar que Gregorio Fernández tuvo, recién establecido en Valladolid, como importante cliente al Duque de Lerma, que desde 1609 ostentaba el señorío de Tudela de Duero y que bien pudo ser el mediador en la realización de los encargos.  

A estas teorías se suman otras que plantean que pudo ser una figura utilizada en las ceremonias de la fiesta del Ángel en el Domingo de Resurrección, tal como se celebran en las localidades de Peñafiel y Aranda de Duero, o concebido para estar colgado en la embocadura de la capilla mayor sujetando una lámpara o incensario, una modalidad puesta en boga durante el Barroco.

Fuese el que fuese su destino, se trata de una exquisita obra de resabios manieristas, típicos en la primera etapa del escultor, por su postura inestable, por seguir su graciosa anatomía un movimiento helicoidal próximo a una postura de danza y por presentar un canon sumamente estilizado, así como por el elegante movimiento que es animado por la gesticulación de las manos, siendo indicios de su colocación en alto la longitud de sus extremidades y del cuello.

El ángel ofrece dos singularidades en la obra de Gregorio Fernández. En primer lugar el trabajo de la cabeza, con un rostro de facciones juveniles e idealizadas, de carácter andrógino y con ojos de cristal, que ofrece la peculiaridad de ser la única obra de Gregorio Fernández que esboza una tímida sonrisa y una de las primeras con aplicación de postizos en los ojos. 
Característico del escultor es el tallado de los cabellos, similares al San Gabriel del retablo de la iglesia de San Miguel, con amplios rizos esponjosos y un mechón sobre la frente. El resultado final es una imagen de movimientos aerodinámicos y artificiosos acordes con los postulados tardomanieristas, todavía muy alejada del afán de fuerte realismo que caracterizaría las posteriores etapas del escultor  y que contribuirían a definir la estética barroca española.

Otra singularidad es la desnudez de la figura, con la explicita inclusión de los genitales, siendo la primera escultura de Gregorio Fernández que muestra un desnudo integral, una experiencia que, tomada como ejercicio anatómico para mostrar la belleza y dignidad del cuerpo humano en su más sincera expresión, el escultor repetiría a lo largo de su trayectoria en el Ecce Homo (1620-1621) conservado en el mismo museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, en el Cristo del paso del Descendimiento (1623-1624) de la iglesia de la Vera Cruz de Valladolid, en el Cristo yacente (1626-1627) del retablo de la buena Muerte de la iglesia de San Miguel de Valladolid y en el San Antonio de Padua de la misma iglesia, concebido como imagen de vestir, así como en el Cristo crucificado (1630) del convento de las Carmelitas Descalzas de Palencia, además de toda la serie de yacentes apenas cubiertos con un cabo del paño de pureza.

Su desnudez estuvo amortiguada por una túnica que llegaba hasta algo más abajo de las rodillas y realizada por la técnica de paños encolados, según los rastros detectados en su policromía, e igualmente contó con una alas postizas que dejaron en su espalda las marcas de las bisagras. Hoy la podemos contemplar con la misma pureza y gracia como la concibió el talento de Gregorio Fernández.

(Continuará)

Informe y fotografías: J. M. Travieso






NOTAS

3 SAÍZ GONZÁLEZ, Ángel. El arcángel San Gabriel de Gregorio Fernández. Liceus, Universidad de Salamanca, 2007, p. 1.

4 BUSTAMANTE GARCÍA, Agustín. Gregorio Fernández en Tudela de Duero. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSAA), 1975, p. 672.






























Anunciación. Gregorio Fernández, 1610
Iglesia de la Asunción, Tudela de Duero (Valladolid)


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18 de febrero de 2015

VIAJE: BAVIERA BARROCA, del 4 al 14 de julio 2015


PROGRAMA


Sábado 4 de julio
Salida en autocar desde la plaza de Colón a las 05,30 h. con dirección al Aeropuerto de Madrid. Llegada al Aeropuerto. Trámites de facturación y embarque en un vuelo regular de la compañía Swiss Air con destino a Zurich y salida a las 10,05 h. Llegada a Zurich a las 12,25 h. Traslado en autocar a la Abadía de Einsiedeln para su visita. Comida de bocata. A continuación salida hacia la Abadía de Sant Gallen (visita). Al finalizar las visitas, saldremos hacia la ciudad alemana de Fussen. Llegada y traslado al hotel. Cena y alojamiento.

Domingo 5 de julio
Desayuno en el hotel. Salida en autocar para visitar el Castillo Neuschwastein  con audioguía en español de 1 hora aprox. de duración. Después de la visita, salida hacia Wies para visitar su iglesia de estilo rococó y a continuación nos trasladaremos al bello pueblo de Oberammergau para su visita. Traslado a Linderhof, para visitar el Castillo sobre las 17 hrs. Al finalizar la visita salida a Munich, donde nos alojaremos en el hotel.  Cena y alojamiento.

Lunes 6 de julio
Desayuno en el hotel. Por la mañana, realizaremos una visita panorámica con guía local de la ciudad de Munich. Entraremos a conocer el Estadio Olímpico y más tarde visitaremos el Campo de Concentración de Dachau. Regreso al hotel. Cena y alojamiento.

Martes 7 de julio
Desayuno en el hotel. A lo largo de este día, visitaremos la Catedral, las Iglesias de San Juan de Nepomuceno, Teatino,  el Cuvilliés Theater. Tiempo libre para comer. Luego también visitaremos la Pinacoteca Antigua y la Gliptoteca. Regreso al Hotel. Cena y alojamiento.

Miércoles 8 de julio
Visita al Castillo de Amalienbourg y su museo de carruajes. A continuación salida  hacia Ignolstad para visitar la iglesia de Santa María de la Victoria y las Murallas. Después salida a Weltemburg, breve visita y continuación a llegada Ratisbona. Traslado al hotel. Cena y alojamiento.

Jueves 9 de julio
Desayuno en el hotel. Visita panorámica de Ratisbona con guía local. Salida a Nuremberg y visita de la ciudad con guía local. Traslado al Hotel Ibis Messezentrum. 
Cena y alojamiento.

Viernes 10 de julio
Desayuno en el hotel. Salida para visita del Castillo de Weisserteim y a continuación salida hacia Barmberg donde se visitará la Catedral. A últimas horas del día, hacia Wuzburg. Cena y alojamiento.

Sábado 11 de julio
Desayuno en el hotel. Visita de la ciudad de Wuzburg con guía local. A continuación salida hacia  Rotherburg de Tabuer y visita panorámica con guía local. Salida hacia a Ulm. Llegada al hotel. Cena y alojamiento.

Domingo 12 de julio
Salida hacia la Abadía de Ottobeuren para realizar la visita. Continuación saldremos hacia la Abadía de Zwiefalten visita. Regreso a Ulm. Cena y alojamiento.

Lunes 13 de julio
Salida hacia Birnau donde realizaremos a nuestra llegada una visita por libre. Continuación del viaje hacia las cataratas del Rhin. Cena y alojamiento en Zurich o alrededores.

Martes 14 de julio
Visita a la ciudad de Zurich con guía local. A continuación traslado al aeropuerto y embarque en vuelo regular dirección Madrid. Llegada a últimas horas de la tarde. Traslado a Valladolid.  
  
PRECIO SOCIO: 1600 € (habitación doble).
PRECIO NO SOCIO: 1650 € (habitación doble).
PRECIO SOCIO: 1975 € (habitación individual).
PRECIO NO SOCIO: 2025 € (habitación individual).

INCLUYE:     
- Viaje en autocar : Valladolid – Madrid – Valladolid 
- Visita panorámica a las ciudades: Castillo de Neuschwastein, Munich, Ratisbona, Nuremberg, Wuzburg, Ulm y Zurich.
- Visitas y entradas a los monumentos: Monasterio de Einsidieln, San Gallen, Estadio Olímpico de Munich, castillo de Linderhof, Asamkirche, Cuvillie Theater, Pinacoteca y Glipcoteca de Munich, Castillo de Amalienbourg, Castillo de Wiesserteim, Palacio de Wuzburg, y las Abadías de Ottobeuren y Zwiefalten. 
- Hoteles *** Ibis o similares  en el circuito.
- Régimen de media pensión.
- Dossier informativo Domus.
- Tasas de aeropuerto y seguridad.
- Iva y gastos de gestión.

NO INCLUYE:          
- Entradas a museos y monumentos no especificados en la sección anterior.
- Extras de hotel y otros gastos no especificados.
- Seguro de Viaje y de cancelación.
- Visita Cataratas del Rhin. 

REQUISITOS:
Grupo mínimo 30 y máximo 40 personas.

Forma de Pago
Al inscribirse  entrega de 400 €, el resto hasta 21 días antes.
Se realizará una reunión informativa unos días antes de la salida, donde se entregará la documentación.
Lugar del pago: de lunes a viernes de 9 a 14 h. y de 16 a 19 h. en Viajes El Corte Inglés, calle Puente Colgante nº 35. Preguntar por Mario Martín. Tfno. 983 27 82 35. 


INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 639 816829, de 20 a 22 h., a partir del 19 de febrero (socios) y del 28 de febrero (no socios).















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16 de febrero de 2015

Domus Pucelae prepara una nueva publicación: RETABLO IMAGINARIO II, de José Miguel Travieso

En el mes de abril 2015, coincidiendo con la celebración de la Feria del Libro en Valladolid, Domus Pucelae tiene previsto publicar la segunda parte del Retablo Imaginario que tanto éxito tuvo cuando fue presentada la primera parte en diciembre de 2013.

Para esta ocasión, José Miguel Travieso ha recopilado una nueva serie de historias y personajes vinculados a Valladolid que, a modo de imaginería mental, pacientemente ha colocado en un nuevo retablo que formará pareja con el anterior. Como declara el autor, tras una ardua selección ha levantado una nueva estructura con oro bruñido por los ecos de la historia y ha aplicado una policromía a cada capítulo que, teñida de nostalgia, intenta generar el orgullo de reconocer a un pueblo laborioso y con una cultura muy definida con el paso de los siglos.

Los encasillamientos del nuevo Retablo Imaginario estarán ocupados por hombres y mujeres que vincularon sus vidas al entramado urbano que se fue tejiendo entre los ríos Pisuerga y Esgueva, simbolizados en la portada por dos amorcillos vertiendo cántaros, para poner de manifiesto el carácter contradictorio del ser humano, pues junto a los luchadores por altos ideales, junto a los gozos y los triunfos, junto a la creatividad y la inspiración, en la otra cara de la moneda se mostrarán los casos de irrefrenables ambiciones, de fracasos e injusticias, en definitiva, las grandezas y miserias casi a partes iguales, a lo que se vienen a sumar aquellos sucesos cuyo carácter excepcional rompieron en su momento la monotonía de la vida cotidiana. Como en la edición anterior, para facilitar la comprensión e identificación de las historias, todas aparecerán profusamente ilustradas para que la edición sea, ante todo, amena, intrigante y seductora.

El Retablo Imaginario renace con la vocación de ser un precioso legado para las nuevas generaciones de vallisoletanos, pues el autor mantiene el convencimiento de que conocer la historia es un modo de amar a Valladolid y todo un acicate para proyectar la histórica ciudad hacia el futuro.




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13 de febrero de 2015

Theatrum: ÁNGELES Y DEMONIOS, repertorio iconográfico en Valladolid (II)

Arcángel San Miguel. Gregorio Fernández, 1606
Retablo mayor de la iglesia de San Miguel, Valladolid

1  ARCÁNGEL SAN MIGUEL
Gregorio Fernández, 1606
Retablo de la iglesia de San Miguel, Valladolid

La magnífica imagen de San Miguel que preside el retablo mayor de la iglesia del mismo nombre, formó parte del primer gran retablo encargado a un joven Gregorio Fernández recién instalado en Valladolid, que firmó el contrato el 26 de octubre de 1606 contando con el aval de los ensambladores Juan de Muniátegui y Diego de Basoco2, mientras la arquitectura del retablo había sido comprometida por 454,54 reales veinte días antes con el ensamblador Cristóbal Velázquez. Su destino era la primitiva iglesia de San Miguel (ubicada en el centro de la actual plaza de San Miguel), que fue reedificada en el siglo XV y derribada en el siglo XVIII.

Para dicho retablo y previa presentación de los bocetos en pequeño formato, en cera o yeso, a Mateo de Vargas, mayordomo de la iglesia parroquial, Gregorio Fernández se comprometía a tallar las imágenes de San Pedro, San Pablo, San Felipe y Santiago, así como un Calvario con la figura del Padre Eterno para el ático que estaría acompañado en los laterales por los arcángeles San Gabriel y San Rafael, cobrando por cada una de las figuras 365 reales. Se añadía un tabernáculo decorado con pequeñas figuras de los Cuatro Doctores de la Iglesia y cinco Virtudes, todo ello por 730 reales. Las imágenes y el retablo fueron doradas y policromadas por el pintor Francisco Martínez, según contrato firmado el 16 de noviembre de 1618, realizando también para el mismo retablo una serie de lienzos con los temas de San Miguel en el monte Gárgano, San Miguel apareciéndose al obispo de Siponte, la Anunciación, el Nacimiento, cuatro Virtudes, San Antonio, San Francisco y dos ángeles turiferarios, de los cuales sólo se han conservado los cuatro primeros.

Arcángel San Miguel en el retablo. Gregorio Fernández, 1606
Iglesia de San Miguel, Valladolid
En este proceso de elaboración del retablo y de los trabajos de policromía no se cita la imagen de San Miguel, por la que el escultor cobró 604 reales, lo que hace presuponer que ya había sido contratada y policromada previamente, influyendo en el posterior encargo de la totalidad del retablo. El grupo de San Miguel derrotando a Lucifer fue tallado por Gregorio Fernández y policromado por Francisco Martínez, que contó con la ayuda de Pedro de Salazar y cobró por el trabajo 610 reales.

La escultura muestra al arcángel alado y triunfante, revestido a la romana y sujetando una lanza cuya punta hunde en la garganta del diablo, mientras en su mano derecha porta un escudo con el anagrama de su nombre: QSD (Quis Sicut Deus, ¿quién como Dios?). La figura muestra un diseño de concepción manierista pleno de elegancia por el movimiento cadencioso del cuerpo, la elevación del brazo derecho, la colocación de la pierna izquierda sobre el vencido y el giro de la cabeza, con un apreciable estudio anatómico tanto en la figura del arcángel como en la desnudez de Lucifer, en este caso representado con caracteres andróginos y con un brazo levantado a lo alto en gesto suplicante. En el grupo destaca el fino diseño de las cabezas, ambas con idealizadas facciones y con cabelleras abultadas formadas por grandes rizos, así como por el lenguaje de las manos, una constante en la obra del escultor.

Trabajada en bulto redondo y con un acabado impecable, la obra muestra el grado de madurez alcanzado por el escultor en su primera etapa, cuando rondaba los 30 años, que sin duda afinó en su trabajo de representación del patrono de Valladolid. Parece claro que en esos años Gregorio Fernández acusaba una clara influencia de Pompeo Leoni, presente en Valladolid para decorar algunos salones del nuevo Palacio Real, evocando la imagen de San Miguel el célebre grupo de Carlos V dominando al Furor (Museo del Prado), terminada de elaborar por el milanés en 1564.

Retablo de la iglesia de San Miguel, Valladolid
El tema de San Miguel fue repetidamente abordado por el artista, que fue depurando el modelo en los posteriores ejemplares destinados a la iglesia de Brahojos (Madrid), San Miguel de Vitoria y la Colegiata de Alfaro, aunque este modelo vallisoletano fue repetidamente copiado y convertido en fuente de inspiración de otros escultores, haciéndose en el propio círculo de Gregorio Fernández versiones miméticas del grupo, como las conservadas en Serrada (Valladolid) y en la propia iglesia de San Miguel de Valladolid.

La escultura, junto a las otras que integraban el retablo, permaneció en el antiguo templo hasta que a mediados del siglo XVIII fueron expulsados los jesuitas y la iglesia de San Ignacio quedó libre. El 11 de septiembre de 1775 la primitiva parroquia de San Miguel se trasladó al templo jesuítico y esta imagen de San Miguel pasó a ocupar el lugar que ocupara la de San Ignacio, siendo también trasladadas las figuras de los cuatro apóstoles a las hornacinas del retablo y las de los arcángeles del ático colocadas en la embocadura de la capilla mayor, formando parte del conjunto que ofrece en la actualidad.

Arcángel San Miguel. Taller de Gregorio Fernández, 1er. cuarto s. XVII
Sacristía iglesia de San Miguel, Valladolid
2  ARCÁNGEL SAN MIGUEL
Taller de Gregorio Fernández, primer tercio del siglo XVII
Sacristía de la iglesia de San Miguel, Valladolid 

Este grupo escultórico repite miméticamente la extraordinaria creación de Gregorio Fernández, tanto en la figura del arcángel como en la del ángel caído, aunque a una escala bastante inferior. Debió ser realizada en el taller de Gregorio Fernández por alguno de sus seguidores, si no por él mismo, poniendo de manifiesto que cuando una obra causaba admiración era repetidamente reclamada exigiendo la mayor fidelidad posible al original, descartándose, por la perfección del acabado, que pudiera tratarse del boceto previo a la realización del San Miguel titular a gran escala.

En este caso apenas se observan pequeñas variantes, especialmente en el diseño de la lanza-cruz y la rodela, que aquí adopta la forma de una cartela con los extremos recurvados. San Miguel aparece victorioso con una actitud de contrapposto que le proporciona una serenidad contrapuesta a la agitación y dinamismo de Lucifer, siguiendo la tradición medieval de presentar al demonio vencido a los pies.
Tanto la coraza como la túnica y el manto ofrecen depuradas labores de estofado que hacen aflorar el oro subyacente dando al arcángel un aspecto sobrenatural. Es en las carnaciones donde el modelo ofrece matices diferenciadores a la obra original pintada y dorada por Francisco Martínez, puesto que a los tonos rosáceos de San Miguel, que incluye ojos de cristal, se opone el tono tostado y rojizo del cuerpo de Lucifer, con los ojos pintados y recostado sobre brasas candentes en alusión el infierno.
En esta obra se aprecia la puesta a disposición, por parte del escultor, de sus facultades en el oficio de imaginero para plasmar de forma tangible los ideales propugnados por la Contrarreforma, ofreciendo con ella la imagen del triunfo de la Iglesia Católica.

3 y 4  ARCÁNGEL SAN GABRIEL Y ARCÁNGEL SAN RAFAEL
Gregorio Fernández, 1606-1607
Embocadura de la capilla mayor de la iglesia de San Miguel, Valladolid

Esta pareja de esculturas son los mejores ejemplares, sin lugar a dudas, de la iconografía angélica en Valladolid. Con ellos podríamos establecer cierto paralelismo con el destino de dos de los ángeles pasionarios realizados por Bernini para el Puente de Sant'Angelo de Roma sesenta años después, cuya belleza cautivó al papa Clemente IX, que decidió preservarlos para su deleite y el de toda la ciudad en el interior de la iglesia de Sant'Andrea delle Fratte, a salvo de las inclemencias del tiempo.

Como ya se ha dicho, las figuras de estos dos arcángeles fueron elaboradas por Gregorio Fernández, según el contrato firmado en 1606, para ser colocadas en el ático del retablo de la primitiva iglesia de San Miguel, que había sido reedificada en el siglo XV, donde estuvieron colocadas desde que fueran policromadas en 1618 hasta 1775, año en que fueron trasladadas al templo jesuítico de San Ignacio que por entonces tomó la advocación de San Miguel. No siendo posible su incorporación al retablo, por su extraordinaria belleza fueron colocadas sobre peanas exentas a los lados de la embocadura de la capilla mayor, cumpliendo la misma función que los ángeles turiferarios tan de moda en la época. Con ello se preservaron para el futuro y se pusieron al alcance del espectador a una distancia sensiblemente más corta que en lo alto del ático del retablo.

La presencia de San Gabriel y San Rafael responde al afán de Gregorio Fernández por completar, junto al San Miguel titular, el trío de arcángeles que representan el poder civil, religioso y militar, a los que tiempo después, en el retablo de la catedral de Plasencia, incorporaría la presencia de Uriel para significar la extensión de la redención de Cristo a los cuatro puntos cardinales.

San Gabriel es el arcángel por excelencia en su relación con los hombres, función explícita en su propio nombre: "mensajero de Dios". Como tal fue el portador de diversos mensajes divinos, como el anuncio a Zacarías del nacimiento de su hijo Juan el Bautista y a la Virgen del nacimiento de Cristo, incluyendo el anuncio a los pastores. En la iconografía de Gregorio Fernández afloran reminiscencias de las representaciones del dios olímpico Hermes, Mercurio para los romanos, en su función de mensajero, especialmente en la presencia de alas y en el portar como atributo el mágico caduceo, elementos reconvertidos en las alas del arcángel, en el cetro rodeado de una filactería con un mensaje escrito que sujeta en su mano derecha y en la elevación del brazo izquierdo indicando con el dedo el origen divino de su mensaje, elementos expresados con enorme sutileza por el genial escultor.

Al carácter etéreo de San Gabriel se contrapone la figura de San Rafael, un ángel de vinculación más terrenal por haber tomado forma humana para proteger al joven Tobías, por extensión protector de todos los jóvenes en el camino de la vida, motivo por el que es representado al paso como un peregrino, con esclavina, con un zurrón a la cintura y sujetando un bordón, además del pez con el que curó al anciano Tobías y que le define como el arcángel médico.    
  
Las dos figuras presentan un elegante movimiento corporal basado en el contrapposto, con una línea serpentinata recorriendo sus anatomías haciendo que se muevan con naturalidad en el espacio y con ademanes cadenciosos de aire manierista, adquiriendo una importancia fundamental el expresivo lenguaje de las manos, dobladas en las muñecas y con dedos arqueados. A la belleza de sus cabezas, cubiertas con largos cabellos que forman una corona de abultados rizos, con cuellos excesivamente alargados por estar concebidos originariamente para ser vistos en el ático del retablo, se unen las elegantes indumentarias con abundantes y suaves plegados, adoptando San Gabriel el modelo de túnicas superpuestas, una corta y otra larga, que acabarían imponiéndose en las figuraciones angélicas vallisoletanas, mientras que en la imagen de San Rafael la túnica exterior se sustituye por una esclavina abotonada al cuello. En líneas generales hacen recordar ciertos modelos creados en Madrid por Pompeo Leoni en bronce, en este caso con una policromía preciosista aplicada por el pintor Francisco Martínez en 1618.

(Continuará)

Informe y fotografías: J. M. Travieso






NOTAS

2 URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Valladolid, Capital de la Corte (1601-1606). Cámara de Comercio e Industria de Valladolid, Valladolid, 2002, p. 157.





















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