29 de diciembre de 2014

Obras comentadas del Prado: AGNUS DEI, de Francisco de Zurbarán (1635-1640)



Con motivo de la exposición La belleza encerrada. De Fra Angelico a Fortuny, Javier Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado, comentaba la obra Agnus Dei, de Francisco de Zurbarán, (1635-1640).


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26 de diciembre de 2014

Theatrum: LA VIRGEN CON EL NIÑO Y SAN JUANITO, la amable sutileza del barro humanizado













LA VIRGEN CON EL NIÑO Y SAN JUANITO
José Risueño  (Granada, 1665-1732)
Hacia 1715
Barro policromado
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Procedente del convento de San Antón, Granada
Escultura barroca española. Escuela granadina














La Navidad es tiempo de intenciones amables, de celebración jubilosa, de la presencia de figuras de barro integrando artísticos belenes para exaltar al Niño y su Madre, con recreaciones de pastores que remiten a un pasado casi legendario. Amabilidad, júbilo, exaltación materna, manufactura en barro y presencia pastoril se condensan en un fascinante grupo escultórico del que podemos gozar vallisoletanos y foráneos: La Virgen con el Niño y San Juanito, de José Risueño, obra integrante de la colección permanente del Museo Nacional de Escultura.

Desde que Juan de Juni elaborara magistrales obras en barro en el siglo XVI, durante su estancia en León, fueron escasos los grandes maestros que se decantaron por este tipo de material en España, con ejemplos notables en época barroca apenas reducidos al talento del granadino Alonso Cano y la sevillana Luisa Roldán, la Roldana.

Sin embargo, la producción escultórica realizada con el más sencillo de los materiales, el barro, inherente a la esencia humana, fue un medio de expresión desde el origen de los tiempos. Sobre el barro se gestó la epopeya de la escritura cuneiforme y en barro mostraron sus preocupaciones y creencias artistas y artesanos de antiguas civilizaciones en todos los continentes.

La fragilidad de esta materia prima encontró un cauce de perdurabilidad mediante su sometimiento al fuego, que proporciona a las piezas endurecimiento, impermeabilidad y consistencia, solución aplicada de oriente a occidente, en ocasiones a través de procesos muy complejos. Las piezas resultantes hoy las definimos con el término latino de "terracota", o lo que es lo mismo, "tierra cocida".

En barro cocido se han escrito grandes páginas del arte universal, desde las creaciones etruscas y chinas anteriores a nuestra era, a las experiencias renacentistas florentinas o las manufacturas belenistas napolitanas del XVIII, sin olvidar las culturas africanas y precolombinas. Queda patente, pues, que la creatividad de ciertos autores ha elevado a la categoría de arte mayor las obras producidas con un material tan humilde como el barro, obras en las que su fragilidad, junto a la morbidez que permite el modelado, constituye un acicate más a su belleza.

De ello es buen exponente el grupo escultórico del granadino José Risueño, que fue adquirido por el Estado en el mercado del arte en 2012 con destino al Museo Nacional de Escultura, del que sabemos que originariamente fue realizado para el convento de religiosas franciscanas de San Antón de Granada.


El polifacético José Risueño y Alconchel, nacido a la vera de la Alhambra en 1665, se formó como escultor en el taller granadino de Bernardo de Mora y sus hijos José y Diego, continuadores de la obra de Pedro de Mena y Alonso Cano, que mantuvieron una fecunda actividad que marcó los derroteros de la escultura granadina cuando el primero marchó a Málaga en 1658 y el segundo murió en 1667. Junto a los Mora, José Risueño recogió la herencia de realizar imágenes de devoción de concepción esbelta y elegante, alejadas del hondo dramatismo y con una expresividad cercana a la mística, profundizando en los aspectos humanos. Por su gran talento, José Risueño, que trabajó tanto en madera y piedra como en barro y telas encoladas, alcanzaría un gran prestigio en la actividad artística de las postrimerías del Barroco con obras devocionales, procesionales y otras destinadas a retablos.

Este escultor y pintor, que tenía una gran habilidad para realizar dibujos del natural y modelar bocetos con rapidez, muchas veces tomaba como inspiración grabados de obras de Rubens y otros artistas flamencos. Una producción especialmente atractiva es la que realizó en barro policromado, en unas ocasiones como representaciones infantiles aisladas del Niño Jesús o San Juanito, y en otras como grupos escultóricos de la Virgen o San José con el Niño. Entre otras, se conservan muestras de esta actividad en la iglesia de San Francisco de Priego (Córdoba), en el convento de Santa Paula de Sevilla, en el Museo de Bellas Artes de Granada y en el Victoria & Albert Museum de Londres, que, como en el caso de la obra de Valladolid, siempre se muestran plenas de gracilidad y con una ejecución técnica muy depurada.

Muy satisfechas debieron quedar las franciscanas granadinas, orden proclive a las representaciones belenistas y pasionarias, al recibir esta imagen en que la Virgen, con la espalda apoyada sobre un  tronco, la  mano al pecho y gesto placentero y ensimismado, retiene en su regazo a un Niño rollizo y vivaracho que dirige su mirada, en un juego de complicidad, hacia la figura del profeta niño, su pariente, que postrado junto a la Virgen junta sus manos en el pecho en señal de sumisión y ofrecimiento. Con una gran sensibilidad, el escultor vincula las figuras a través de un expresivo cruce de miradas y del sugestivo lenguaje de las manos, creando una escena de gran intimidad en la que prevalece la ternura y el regocijo místico.

Aunque aparentemente todo parece referirse a los momentos gozosos de la infancia, donde nada sugiere el drama futuro por la ausencia de los elementos que simbólicamente suelen acompañar a este tipo de iconografía, como la presencia del simbólico cordero sacrificial, no pasan desapercibidos algunos matices que así lo insinúan, como la indumentaria pastoril de San Juan niño, una piel de camello de gruesos mechones que aluden a su futura condición de predicador en el desierto y su función de Precursor, así como el rojo intenso de la túnica de la Virgen, que preludia su papel de copasionaria, y la colocación de Jesús infante sobre un paño blanco que se transmutará en sudario en las escenas pasionales de la Piedad.

José Risueño. Virgen con el Niño
Museo de Bellas Artes, Granada
Es destacable el magnífico modelado de las figuras, en las que contrasta la tersura de las anatomías, que incluyen detalles de gran morbidez que el barro permite, con el acentuado juego curvilíneo de los drapeados y los cabellos, con pliegues muy redondeados y naturalistas. Realzan su aspecto realista los efectos de la policromía, con aplicaciones de colores lisos en los paños y sin detalles ornamentales, según la moda del momento, y suaves matices de color en las carnaciones, con el mismo tratamiento que una pintura de caballete y el mismo resultado que la madera policromada. El magnífico grupo escultórico, muestra de la madurez alcanzada por el artista, adopta, en contra de lo que suele ser habitual en el Barroco, una composición replegada y con esquema piramidal, efecto reforzado por la sencilla peana sobre la que reposa la base pedregosa.

José Risueño se revela como genial creador de figuras infantiles, expresivas y llenas de vivacidad, así como excelente representante de la escuela granadina de su tiempo, con figuras de gran serenidad y elegancia de ademanes que adquieren un especial atractivo cuando, como ocurre en este caso, las escenas se refieren a los felices momentos de la infancia. Iconográficamente, este grupo de alguna manera se anticipa al célebre medallón en altorrelieve de la Virgen de la Leche que elaboraría Francisco Salzillo treinta y cinco años después para la catedral de Murcia.

Sirva para disfrutar en Navidad esta imagen reducida a lo esencial, desprovista de la parafernalia del belén, pero capaz de transmitir los mejores sentimientos de júbilo a través de la obsesiva búsqueda de la belleza por parte de su autor. Y si ello despierta tu curiosidad y decides contemplarla en vivo en el Museo Nacional de Escultura como un acto lúdico navideño, pues mucho mejor.


Informe y fotografías: J. M. Travieso.




Este artículo ha sido publicado en diciembre 2014 en la revista Aleluya que edita la Asociación "Belenistas de Valladolid".


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24 de diciembre de 2014

Concierto de Navidad: LA MARAVILLOSA HISTORIA DEL VIOLÍN TROMPETA, 28 de diciembre 2014



MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. CAPILLA DEL MUSEO
Calle Cadenas de San Gregorio, Valladolid


CONCIERTO DE NAVIDAD

Domingo 28 de diciembre
Capilla del Colegio de San Gregorio, 12 h.
LA MARAVILLOSA HISTORIA DEL VIOLÍN TROMPETA
Fetén Fetén

Entrada 3 €
A la venta en la tienda del Museo / Asociación Amigos del Museo.


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23 de diciembre de 2014

Bordado de musas con hilos de oro: LAS PAJAS DEL PESEBRE, de Lope de Vega


LAS PAJAS DEL PESEBRE

Las pajas del pesebre
niño de Belén
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Lloráis entre pajas,
del frío que tenéis,
hermoso niño mío,
y del calor también.

Dormid, Cordero santo;
mi vida, no lloréis;
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.

Dormid entre pajas
que, aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven,
serán mañana espinas
en corona cruel.

Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer;

que aunque tan grandes deudas
en pajas las cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

Dejad en tierno llanto,
divino Emmanüel;
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.

No piense vuestra Madre
que ya Jerusalén
previente sus dolores
y llora con José;

que aunque pajas no sean
corona para rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.

LOPE DE VEGA

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22 de diciembre de 2014

VIAJE: RECORRIDO POR CALABRIA, del 13 al 17 de febrero 2015

PROGRAMA - CARNAVALES 2015

Viernes 13 de febrero
Salida desde la plaza de Colón a las 15,15 horas con dirección al aeropuerto de Madrid Adolfo Suárez-Barajas para realizar los trámites de facturación y embarque en el vuelo de la compañía Alitalia vía Roma. Madrid-Roma 17.45-20.10 horas // Roma-Reggio 21.25-22.40 horas. Llegada y traslado al hotel. Cena y alojamiento.

Sábado 14 de febrero
Desayuno. Salida hacia las ruinas del Parque Arqueológico y Museo de Locri Epizepèhyri, antigua colonia griega fundada en el 709 antes de Cristo, donde se descubrió la mayor parte de las obras exhibidas en el Museo de Reggio, incluidos los Dioscuros y los muchos "pinakes". Visita a las ruinas del antiguo teatro, que se remonta al siglo VI a. C., con capacidad para 4.500 personas. Traslado a Gerace. Almuerzo. Visita a la ciudad de las "Cien Iglesias". La visita al pueblo medieval nos permitirá ver los restos del castillo normando, la Piazza del Tocco y la Puerta del Sol, además de algunas de las iglesias más antiguas, así como la famosa Catedral de estilo románico, la más grande del Sur de Italia, y la Iglesia  de San Francisco. Salida hacia Stilo, patria del famoso filosofo Tommaso Campanella. Visita a la famosa "Cattolica", monumento de arte bizantino tardío, único en toda Europa Occidental, de los siglos IX-X. Llegada al hotel en Catanzaro. Cena y alojamiento.

Domingo 15 de febrero
Desayuno. Salida hacia Santa Severina para visitar la Catedral de Santa Anastasia, con su Museo Diocesano. La catedral del siglo XIII, reconstruida en 1705, conserva su pórtico central original del siglo XIII, uno de los monumentos más antiguos de Calabria. El Baptisterio es el único baptisterio bizantino que ha llegado a nuestros días y sigue sustancialmente intacto. La arquitectura de esta joya se inspira en los edificios de planta central como el mausoleo de Santa Costanza en Roma. El baptisterio, apoyado contra el cuerpo de la catedral, tiene una planta circular con cuatro apéndices. Desde el exterior se puede ver claramente la estructura, con un cuerpo cilíndrico y una linterna octogonal. El interior tiene una característica cúpula con forma de paraguas abierto, sostenido por ocho columnas de los edificios más antiguos de la zona. En el centro se encuentra la pila bautismal, mientras que en las paredes se encuentran los restos de frescos bizantinos que datan de los siglos X al XII. Más reciente es la ubicación en el baptisterio de un sarcófago que representa a un guerrero del año 500. Continuación hacia el Castillo de Santa Severina. Traslado a Crotone, una de las ciudades más importantes de la antigua Magna Grecia, que fue fundada por los aqueos dirigidos por Miscelos, ciudadano de la ciudad aquea de Ripas, siguiendo las instrucciones del oráculo de Delfos. Visita panorámica. Almuerzo. Salida hacia Le Castella, donde se visitará el famoso castillo Aragonés, que ha sido escenario de muchas películas gracias a su posición sobre el mar y su encanto. Regreso al hotel. Cena y alojamiento.

Lunes 16 de febrero
Desayuno. Salida hacia Pizzo para visitar la Iglesia de Piedigrotta. El centro de la ciudad domina la costa desde la cúspide sobre la que se edificó. La visita de Pizzo ofrece hermosas vistas panorámicas y está acompañada de rinconcitos medievales de rara belleza. Se verá el centro histórico y se visitará el Castello Murat, dónde vivió y fue ajusticiado el héroe de la ciudad Joacchino Murat. Almuerzo. Salida posterior a Tropea, con visita guiada por el centro histórico, con sus balcones panorámicos y sus típicas ramblas. Visita a la Iglesia de Santa Maria de Isola, uno de los lugares más fotografiados de Tropea. El Santuario surge en un escollo frente al pueblo y se asoma a las transparentes aguas del mar de Tropea, mientras la Catedral, fundada en época romana, presenta aún hoy dos portones góticos. Interesantes son las obras que alberga su interior. Son muchas las leyendas que hablan del edificio, como la que cuenta la historia de las dos bombas que no explotaron, presentes a la entrada como prueba de la protección de la Virgen de Tropea. A  través de  los fascinantes paisajes de la "Costa Viola" llegaremos a la mitológica e histórica Scilla, que se adentra en el Estrecho de Mesina con su roca coronada por el Castillo de los Ruffo al filo de la punta de la “bota “ (sólo exterior). Posteriormente descenderemos hasta Borgo de Chianealea  pequeña población de pescadores con sus casas típicas, llenas de macetas con flores y también de ropa colgada al sol, cuya calle principal desciende desde el promontorio del castillo hacia la playa. De camino, pasaremos junto a la Iglesia de San Roque. Traslado a Reggio. Cena y alojamiento.
 
Martes 17 de febrero
Desayuno. Visita a Reggio Calabria, capital de la región. El casco urbano actual ocupa el área del antiguo centro y la zona del Foro coincide con la actual Plaza Italia. Se visitará la ciudad. Después de disfrutar del imponente panorama definido por Gabriele DAnnunzio como "el kilómetro más bello de Italia", visita a las Termas Romanas, a las Fortificaciones Griegas y a la Catedral. A lo largo de la costa estaba el santuario de Artemisa con entrada a la Catedral,  que fue reconstruida en estilo neo románico tras el  último terremoto de 1908. Continuaremos con la visita del Museo Nacional de la Magna Grecia, donde admiraremos los famosos "Bronces de Riace",  que se exponen desde 1981. Estas dos esculturas griegas en bronce del siglo V fueron halladas en el fondo del mar Jónico en 1972, cerca de la ciudad de Riace. Por sí mismas justifican el viaje hasta Reggio. Son dos estatuas que representan a guerreros en actitud de portar lanza o jabalina y escudo, aunque las armas se han perdido. La importancia de estas piezas radica en que no hay apenas ejemplos de originales en bronce griegos de la época arcaica y clásica. Almuerzo con degustación de comida calabresa. Traslado al aeropuerto para salir en vuelo regular a Madrid vía Roma. (Reggio –Roma 19.10 – 20.20 // Roma-Madrid 21.10hrs Llegada a las 23.50 horas). Traslado hasta Valladolid.

  

PRECIO SOCIO: 1095 € (habitación doble) Mínimo de 25 personas.
PRECIO SOCIO: 1075 € (habitación doble) Mínimo de 30 personas.
PRECIO NO SOCIO: 1145 € (habitación doble) Mínimo de 25 personas.
PRECIO NO SOCIO: 1125 € (habitación doble) Mínimo de 30 personas.
SUPLEMENTO HABITACIÓN INDIVIDUAL: 110 €.

INCLUYE:     
- Autocar Valladolid-Madrid-Valladolid.
- Vuelo en linea regular con Alitalia.
- 2 noches de hotel 4**** en Reggio Calabria.
- 2 noches de hotel 4**** en Catanzano.
- Régimen pensión completa.
- Autocar con guía acompañante durante todo el recorrido.
- Entradas:
Locri:   Museo Arqueológico.
Gerace: Catedral, Museo Diocesano y castillo. servicio shuttle por el centro histórico
Stilo:  La Cattolica.
Santa Severina: Catedral, Museo Diocesano, Baptisterio y castillo de Santa Severina.
Le Castella: Castillo Aragonés. 
Pizzo:  Iglesia de Piedigrotta, castillo Murat.
Reggio Calabria: Museo Nacional de la Magna Grecia, bronces de Riace y catedral.
- Seguro obligatorio de viaje.
- Seguro de anulación y asistencia.
- Reunión informativa.
- Documentación por persona.
- Dossier informativo.
- Acompañante Domus Pucelae.
- Tasas aéreas (170 eur a día 24 nov 2014).
- Iva.

- Hoteles previstos:
        4**** Hotel Palace o similar en Catanzano.
        4**** Hotel Excelsior o similar en Reggio Calabria.

NO INCLUYE
- Extras en hoteles.
- Aquellos servicios no especificados.

NOTAS:
* Las visitas y horarios se pueden alterar en función de posibles cambios de horarios de los lugares que se vayan a visitar.
* Los precios se pueden ver alterados en función de las posibles fluctuaciones de las tasas, carburante y moneda, así como de las tasas aéreas. Las posibles diferencias serán asumidas por los clientes.

INFORMACIÓN Y RESERVA DE PLAZAS: Por correo en la dirección domuspucelae@gmail.com o llamando al teléfono 608 419228 desde el 20 de al 26 de diciembre 2014.
Al hacer la reserva se entregarán 250 € y el resto antes del 30 de enero 2015 en Viajes Carrefour Valladolid 9, c/ Santa Clara 1, esquina con Plaza de Gondomar, Valladolid.

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19 de diciembre de 2014

Theatrum: NIÑO JESÚS TRIUNFANTE, una iconografía para la devoción y la ternura













NIÑO JESÚS TRIUNFANTE
Atribuido a Alonso Cano (Granada, 1601-1667)
Entre 1634 y 1666
Peltre policromado
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Escultura barroca española. Escuela granadina















Las figuras exentas del Niño Jesús conforman un subgénero, dentro de la escultura religiosa, que ha tenido un especial desarrollo en España y en su área de influencia, tanto en Europa como en América. Como tales comenzaron a generalizarse a partir del Renacimiento, especialmente tras el auge que tomaron los temas de la infancia de Cristo, alusivos a su humanización, tras el Concilio de Trento, alcanzando una enorme popularidad y difusión durante el Barroco.
Como imágenes de culto, su expansión está vinculada a las comunidades religiosas femeninas, especialmente a las del Carmelo reformado, después de que Santa Teresa impulsara y propagara esta devoción en sus fundaciones, del mismo modo que San Francisco iniciara y propulsara, mucho tiempo antes, la tradición del belén. Igualmente, San Ignacio de Loyola también ejercería un papel destacado en la difusión de esta tipología a través de sus Ejercicios Espirituales, en los que dedicó varios apartados a meditar sobre los misterios de la infancia de Jesús, contribuyendo con ello a sentar las bases para una devoción en la que, con una concepción humanista, se resalta la fragilidad y ternura de la realidad humana de Cristo.

Como consecuencia, las imágenes del Niño Jesús fueron muy bien acogidas, sobre todo por las religiosas de las clausuras, pasando a formar parte de la dote de las novicias, para las que se convertían en inseparables compañeros de celda y a los que en ocasiones denominaban novio o esposico. Por sus características, la devoción también se propagó por las casas particulares, con enorme éxito entre quienes gustaban de decorar sus oratorios o capillas con temas amables. En un caso y en otro, se convirtió en algo habitual el engalanar las imágenes infantiles con todo tipo de vestiduras, complementos, alhajas y amuletos, formándose en ocasiones auténticos roperos a ellas destinados, que incluso se adaptaban a los ciclos litúrgicos y distintas festividades, logrando con la indumentaria y los múltiples aderezos de los valiosos ajuares que las imágenes adquirieran distintos significados.

Con el tiempo, a estas figuras del Niño Jesús se les fue aplicando un lenguaje artístico que acabó generando una peculiar y variada iconografía, de modo que si en unas ocasiones adoptaban una forma humanizada como Niño del Pesebre, Divino Maestro, Niño durmiente, Niño pasionario, etc., en otras se presentaba de forma más trascendental como Rey de Reyes, Niño eucarístico o Resucitado triunfante, entre otras, conociendo asimismo un sin fin de caracterizaciones a través del uso de postizos sobre la figura desnuda, desde pastor, peregrino o fraile hasta obispo, papa o emperador, a través de accesorios de gran valor etnográfico y antropológico que ponen de manifiesto la sincera relación de la religiosidad con el arte.

En su realización se utilizaron todo tipo de materiales, como el mármol, alabastro, madera, terracota, metales nobles y marfil, sin que faltaran modelos seriados en aleaciones de plomo, papelón o pasta de maíz en América. A esta actividad se dedicaron infinidad de escultores anónimos, pero también los grandes maestros de diferentes escuelas geográficas, creadores de una serie de prototipos que fueron copiados hasta la saciedad, entre ellos Gregorio Fernández en Castilla y Alonso Cano, Martínez Montañés, Juan de Mesa, Pedro de Mena y La Roldana en Andalucía, por citar los más notables.

El Niño Jesús que aquí presentamos responde a la iconografía de Niño triunfante, mostrado desnudo y de pie, bendiciendo con su mano derecha y sujetando un pequeño estandarte en la izquierda que no se ha conservado. Esta modalidad adquirió una enorme difusión a partir de la gran aceptación que obtuvo el célebre Niño del Sagrario, obra tallada en madera por Juan Martínez Montañés en 1607 para la Hermandad Sacramental del Sagrario de Sevilla, verdadera joya de la imaginería religiosa barroca a pesar de su aparente simplicidad. En torno a este arquetipo aparecieron distintas versiones que diseminadas por Andalucía llegaron a causar verdadero furor, lo que motivó la producción seriada de imágenes vaciadas en metal a partir de moldes obtenidos de un modelo creado por un maestro destacado, el granadino Alonso Cano en este caso, según la atribución del historiador Domingo Sánchez-Mesa, un escultor que abordó el tema en pocas ocasiones y cuya imagen original no está localizada1.

Imágenes del Niño Jesús de peltre sin policromar y policromado,
siguiendo el modelo creado por Juan Martínez Montañés
La escultura del Niño Jesús está realizada en peltre, una aleación de plomo con algunas partes de cobre, estaño y antimonio que, por su maleabilidad y bajo punto de fusión —entre 170 y 230 ºC—, permite realizar réplicas a bajo coste a través de un vaciado con un acabado de alta calidad. La textura de su superficie, con un color algo más oscuro que la plata, permite aplicar posteriormente un trabajo de policromía que le proporciona el mismo aspecto que las encarnaciones de la madera policromada.

Esta técnica en material tan maleable supuso un avance en los trabajos de fundición a partir de moldes, una tradición de la antigüedad clásica que fue recuperada en el Renacimiento, especialmente en obras fundidas en bronce. Durante el Barroco, a partir de un modelo realizado en madera, barro o yeso, los vaciados de plomo permitieron hacer de forma seriada esculturas devocionales de discreto formato y fácil comercialización, dando lugar a la aparición en Sevilla, desde finales del siglo XVI, de algunos talleres especializados en esta labor, que competían con ventaja con la elaboración de tallas en madera al presentar, a menor precio, el mismo acabado polícromo en crucifijos e imágenes del Niño Jesús, una actividad de la que Pacheco se queja en 1649 en su tratado Arte de la pintura, su antigüedad y su grandeza. Entre estos artífices especializados se encontraba Diego de Oliver2, que en 1619 se declara "maestro vaciador de figuras en relieve" y en 1629 autor de "niños de plomo".

Buena muestra de todo lo expuesto es este Niño Jesús del Museo Nacional de Escultura, con el peltre recubierto por una encarnación de finos matices y con una desnudez  que en su mayor parte quedaría oculta bajo el vestido. El cuerpo adopta una leve posición de contrapposto clásico al cargar el peso sobre la pierna izquierda, lo que le permite adelantar ligeramente la derecha, ofreciendo con su esbelta anatomía, a pesar de su extrema sencillez, la solemnidad, majestuosidad y nobleza heroica de una escultura clásica.
Su carne es blanda, con el vientre abultado, la curva inguinal y el ombligo bien marcados y la espalda describiendo una airosa curvatura. Su rostro es sereno, acorde con la inocencia propia de un niño, con la frente muy despejada, cejas muy finas, ojos almendrados y pintados, nariz chata y boca pequeña con labios muy perfilados, lo que le confiere una expresión ausente y un tanto melancólica. A diferencia de los modelos montañesinos, el cabello prescinde de los abultados bucles rizados sobre la frente para mostrar pequeños mechones filamentosos, de aspecto ondulante, peinados hacia adelante y formando patillas afiladas.

Presenta una encarnación muy cuidada, con matices sonrosados en mejillas y rodillas, ojos negros y penetrantes y cabello castaño. La figura no reposa sobre una sofisticada peana barroca como suele ser costumbre, sino sobre una sencilla plataforma cuadrangular decorada con molduras doradas y superficies con fingimientos de vetas marmóreas. En las manos y los pies presenta partes deterioradas por su manipulación, dejando al aire la base de peltre. Se aprecian también pequeños arañazos en el cuerpo, producidos por los alfileres utilizados en los cambios de vestido.

Esta imagen del Niño Jesús idealizado se encuadra dentro del arte más amable del repertorio religioso barroco, muestra de lo que fue un objeto de devoción y cuidados sobre la idea de la maternidad, un ejemplo del prototipo andaluz que tanta proliferación tuvo por toda la geografía española, e incluso en Hispanoamérica, orientado a mostrar, a través de una imagen con altas dosis de ternura y melancolía, la inocencia de la infancia de quien había nacido para morir sacrificado.
                       

Informe y fotografías: J. M. Travieso.



NOTAS

1 MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel. Niño Jesús. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009, pp. 216-217.

2 Ibídem.




Alonso Cano. Virgen de Belén, 1655, con el mismo tipo de Niño
Museo Catedralicio, Granada




















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17 de diciembre de 2014

Música en diciembre: LA ESTRELLA DE BELÉN, Joaquín Díaz y los Músicos de Urueña



El pasado 10 de diciembre, la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz de Valladolid organizó en el Paraninfo de la Universidad el Auto de Navidad 2014 con el concierto titulado "La Estrella de Belén".
     Tras la ilustrativa explicación de textos sobre villancicos tradicionales, narrados por el reconocido folklorista Joaquín Díaz,  fueron Luis Delgado y César Carazo, integrantes de "Los Músicos de Urueña", quienes pusieron música y voz, con una colección de originales instrumentos, al legado de música medieval y tradicional relacionada con la Navidad.

En tan peculiar concierto fue ofrecido el siguiente repertorio:
1 Liber Generationis Iesu Christi. Intonarium Toletanum, Alcalá de Henares, 1515.
2 Los Siete Gozos de Santa María. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, siglo XIII.
3 Nos dicen las Profecías. Romance tradicional con música de Joaquín Díaz.
4 Caminamos "pa" Belén. Romance tradicional recogido en León.
5 Antes de las Doce. Romance tradicional.
6 Milagro de la Imagen Preñada. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, siglo XIII.
7 Natus Est. Manuscrito del siglo XI, Biblioteca Nacional de Madrid.
8 Que bonito Niño chiquito. Cancionero de la Colombina, Catedral de Sevilla.
9 Deus es así come le Pelican. Teobaldo I rey de Navarra, siglo XIII, Biblioteca del Arsenal de París.
10 Este niño chiquito. Villancico tradicional de Andalucía.
11 La Adoración de los Reyes. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, siglo XIII.
12 Estas Puertas. Aguinaldo de Salamanca.
13 Camina la Virgen Pura. Villancico tradicional.
14 Vamos a cantar el Niño. Villancico tradicional.

Por su enorme interés, mostramos el vídeo completo del concierto que "Iglesia en Valladolid" ha tenido la deferencia de subir a YouTube. Esperamos que sirva para redescubrir el enorme valor de la música tradicional y autóctona de nuestro patrimonio inmaterial, especialmente en estos tiempos tan saturados de soniquetes foráneos.
  

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16 de diciembre de 2014

Publicación: LA CULPA FUE DE BAUDELAIRE, de Enrique López Viejo


LA CULPA FUE DE BAUDELAIRE
Enrique López Viejo
El Desvelo Ediciones

     Enrique López Viejo nació en Valladolid en 1958. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y, tras un breve paso por la docencia, emprendió distintos negocios, retirándose hace una década para dedicarse a la actividad literaria. Actualmente reside en Mallorca donde escribe, lee y recuerda.

La que es su quinta obra publicada, después de haber trabajado en distintas biografías, vuelve la mirada sobre sí mismo para narrar con pasión y fluidez unas memorias en las que plasma cómo vivió, en plena juventud, el cambio político y sociológico que en España supuso la Transición: mujeres, estudios en la Universidad, drogas... y Baudelaire, a quien el autor atribuye su querencia por il dolce far miente, los paraísos artificiales y el vértigo hacia el abismo que amenazaron con llevar su vida a la ruina. Superviviente de su propia filosofía existencial, López Viejo lo cuenta ahora con la lucidez, no exenta de nostalgia, que produce el desencanto.

Estas memorias de juventud de Enrique López Viejo han sido publicadas por El Desvelo Ediciones (Cantabria) y cuentan con un prólogo de Juan Antonio González Fuentes y un epílogo de Luis de León Barga. La obra, que ha sido presentada el 15 de diciembre en el Ateneo de Santander, está a disposición del público en todas las librerías.

Serán muchos los que compartan los recuerdos de momentos tan fascinantes de nuestra historia reciente. López Viejo te da la oportunidad de pasear por la memoria.


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15 de diciembre de 2014

Conciertos: CORAL HARMONÍA, Navidad 2014

Jueves 18 de diciembre
Iglesia de San Miguel, 20,30h.
XXV ENCUENTRO NAVIDEÑO DOMICIO CUADRADO
Coral Harmonía junto a otras corales.

Viernes 19 de diciembre
Catedral de Valladolid, 20 h.
XXV ENCUENTRO NAVIDEÑO DOMICIO CUADRADO
Coral Harmonía junto a otras nueve corales.

Domingo 21 de diciembre
Sala de Exposiciones de las Francesas, 20 h.
CONCIERTO NAVIDEÑO
Coral Harmonía.

Sábado 27 de diciembre
Auditorio Miguel Delibes, 20 h.
MISA SOLEMNE EN HONOR DE SANTA CECILIA, de Gounod
Coral Harmonía junto a otras corales y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
Concierto participativo dirigido por Jordi Casas.


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12 de diciembre de 2014

Theatrum: SAGRADA FAMILIA CON SAN JUANITO, refinamiento y belleza renacentista











SAGRADA FAMILIA CON SAN JUANITO
Gabriel Joly (Varipont, Picardía, Francia, h. 1470-Teruel, 1538)
Hacia 1535
Madera de pino al natural
Museo Nacional de Escultura, Valladolid
Posiblemente procedente de la catedral de Teruel
Escultura renacentista española. Escuela aragonesa













Adoración de los Reyes Magos. Diego de Siloé
Museum of Fine Arts, Boston
Esta obra maestra del Renacimiento español ingresó en los fondos del Museo Nacional de Escultura el año 1941, cuando fue depositada por el Servicio de Recuperación Artística sin aportar datos concretos sobre su lugar de procedencia, una incógnita que ha planteado la especulación por parte de los historiadores, en base a sus características estilísticas, para determinar su datación, procedencia y autoría, un problema en parte resuelto en tiempos muy recientes.

Tradicionalmente se ha venido considerando como obra de Diego de Siloé (1487-1563), uno de los escultores que encabezó la escuela burgalesa durante el reinado del emperador Carlos, especialmente desde que así lo considerase Gómez Moreno, que relacionó las similitudes estilísticas de esta obra con otros trabajos realizados por el genial burgalés tras su regreso de Italia en 1519. Efectivamente, este fue uno de los escultores que con mayor claridad refleja la influencia de los grandes maestros italianos, sobre todo de los esquemas de algunas obras de Miguel Ángel y Rafael, tanto en la tipología humana de las figuras como en el modo de plantear las composiciones, en su caso siempre cargadas de cierta melancolía y una emotividad de carácter intimista.

Si para justificar la autoría, Gómez Moreno tomaba como obra de referencia el tondo de la Virgen con el Niño1 que preside el arcosolio del enterramiento del canónigo Diego de Santander en el claustro de la catedral de Burgos (h. 1525), de claras concomitancias rafaelescas, hay otras obras suyas cuyos tipos humanos también presentan una gran similitud, entre ellos la figura de Salomé del relieve del Martirio de San Juan Bautista de la sillería de San Benito el Real de Valladolid (1525-1528, Museo Nacional de Escultura), el tablero de la Virgen con el Niño de la silla abacial del coro del monasterio de San Jerónimo de Granada (1544, Museo de Bellas Artes de Granada) y especialmente el grupo escultórico en alabastro de la Adoración de los Reyes Magos que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston, donde las figuras de la Virgen y San José se disponen de idéntica manera y siguiendo un estilo muy similar.

Retablo mayor de la catedral de Teruel. Gabriel Joly, 1532-1536
Sin embargo, Federico Wattenberg ya apuntaba en 1963 la relación de este altorrelieve con la obra desplegada en el ámbito aragonés por Gabriel Joly, caracterizada por un fuerte italianismo y una ejecución técnica impecable, abundando en esta misma opinión Luis Luna Moreno en 1982, aunque sin un aval documental que permitiese confirmar esta posibilidad. En el año 2001, la duda fue despejada en parte por Javier Ibáñez2, historiador de la Universidad de Zaragoza, al aportar pruebas documentales sobre los inventarios realizados en 1598 en la catedral de Teruel, donde figuraba la existencia de un grupo escultórico, de similares características, destinado a ser colocado en el espacio del expositor eucarístico del retablo mayor de la seo turolense, una obra de Gabriel Joly que, al igual que este grupo, conserva su acabado en madera natural, sin el habitual dorado y labores de policromía. En la documentación aparece anotado que el grupo había sido retirado del expositor del retablo y colocado en la sacristía de la catedral. Dado que en dicho lugar ya no se conserva, se podría considerar casi con certeza que, después de sufrir desconocidos avatares, aquella obra citada es la que vino a parar al museo vallisoletano, pues comparte muchas características con los trabajos que Gabriel Joly hizo en aquel majestuoso retablo que fue asentado en 1536.

Es conveniente recordar la generalización en la corona de Aragón, en época renacentista, de la tipología del "retablo expositor", con la estructura del retablo en forma de la tradicional pantalla, pero incorporando en la calle central un óculo o perforación para la solemne exposición eucarística, con lo que los retablos adquirían la categoría de una custodia monumental. Fue el genio de Damián Forment el que contribuyó de forma decisiva a la consolidación de esta tipología (retablo mayor del Pilar de Zaragoza, retablo mayor de la catedral de Huesca, etc.) aparecida en el último gótico, que después siguieron otros escultores del entorno de Zaragoza.

EL ESCULTOR GABRIEL JOLY

De este escultor, nacido alrededor de 1470 en Varipont, en la diócesis de Noyon, en la Picardía francesa, se conocen pocos datos acerca de su formación, aunque por su repertorio formal se le presupone una estancia en Florencia, dato que no ha podido ser confirmado. Es mencionado por primera vez en Zaragoza en 1515, cuando se le concede el título de maestro de armas y lucha. En esta ciudad colaboró en 1520 con Gil de Morlanes el Joven en el retablo de Santiago (después de San Agustín) de la Seo de Zaragoza y en el retablo mayor de Tauste, en el que también intervino Juan de Salas, discípulo de Damián Forment. Tras ciertas desavenencias con Morlanes, pasó a colaborar con el florentino Juan de Moreto, asimismo establecido junto al Ebro.

Gabriel Joly residiría en Zaragoza durante diez años, donde ejecutó varios retablos y un conjunto de obras para distintas poblaciones —actualmente en fase de catalogación—, trasladándose en 1532 a Teruel para atender el importante encargo del retablo mayor de la catedral de Santa María de Mediavilla, trabajo que le ató a esta ciudad hasta su muerte, ocurrida en 1538, siendo enterrado junto a la puerta del coro de aquella seo, muy cerca del impresionante retablo por él compuesto y tallado, en el que dejó lo mejor de su talento y personal estilo.

EL RELIEVE DE LA SAGRADA FAMILIA Y EL RETABLO DE LA CATEDRAL DE TERUEL

El descomunal retablo fue iniciado por Gabriel Joly en 1532 y en él desplegó el escultor una iconografía dedicada a Cristo y la Virgen en los relieves de las dos calles laterales, reservando la central para la exaltación de Santa María, con una gran hornacina cobijando la Asunción por encima del tabernáculo, sobre ella el tradicional óculo-expositor, con forma de corona sustentada por cuatro ángeles, que estaría ocupado en origen por el grupo de la Sagrada Familia conservado en Valladolid, concebido para ser retirado en las ceremonias solemnas de exposición eucarística, y finalmente en la parte alta, bajo el preceptivo Calvario, la escena de la Coronación de la Virgen, manteniendo en toda la obra la corrección y la elegancia clasicista que caracteriza su producción. A excepción del relieve que nos ocupa, el retablo permanece in situ desde que fuera instalado en 1536, con la peculiaridad de haber quedado el conjunto en blanco, esto es, conservando el color natural de la madera al no haberse aplicado la policromía, lo que le confiere el aspecto de un telón opaco, privado de la luminosidad que aporta el oro y los pequeños detalles conseguidos con el color.

El grupo de la Sagrada Familia con San Juanito, cuyas calidades se pueden apreciar a corta distancia en el Museo Nacional de Escultura, aglutina el afán de idealización derivado de los modelos italianos, especialmente de las amables escenas pictóricas creadas por Rafael, con un sentido compositivo de gran dinamismo y belleza, combinando un magistral juego de curvas y contracurvas para componer una escena intimista que aparece cargada de sentimentalismo y con ciertos matices lúdicos, demostrando, con un lenguaje de fácil comprensión, el alto nivel alcanzado por la escultura renacentista española en el siglo XVI, en este caso en el ámbito aragonés, a partir de las innovaciones llegadas de Italia.
Tallado en pino rojo, el grupo adopta una forma redondeada concebida para ser insertada, a modo de tondo, ocupando el interior del óculo-expositor, con una agrupación muy compacta de las figuras y unos volúmenes que sintetizan el ideal de belleza implantado por las Madonnas de Rafael, la monumentalidad de Miguel Ángel y el tratamiento del claroscuro de Leonardo, consiguiendo el mismo grado de refinamiento formal que el conseguido en Castilla por Diego de Siloé.

La mayor parte del altorrelieve está ocupada por la figura sedente de la Virgen, que aparece con las rodillas ladeadas hacia su derecha y la cabeza reclinada sobre el hombro izquierdo para contemplar al Niño, describiendo en el espacio una dinámica línea serpentinata
Su serenidad y equilibrio contrasta con la figura del Divino Infante, colocado formando una diagonal en su regazo mientras se revuelve juguetón, amparándose en el brazo de su Madre con un gran naturalismo y girando la cabeza para contemplar, esbozando una sonrisa, el gesto de su primo Juan, que situado en el lado contrario retuerce su cuerpo y trepa para ofrecer a la Virgen un cesto con frutos. 
En un segundo plano, siguiendo las reglas de la perspectiva visual y equilibrando los volúmenes, se coloca la figura de San José apoyado en su cayado, que aparece contemplando ensimismado el jugueteo de las figuras infantiles por encima del hombro derecho de María, siguiendo algunos modelos rafaelescos.

La talla se acompaña de pequeños detalles narrativos, como el contraste entre la tersura juvenil del rostro y las manos de la Virgen y la recia anatomía de San José, que presenta arrugas en la frente, nariz muy afilada y manos huesudas para remarcar su carácter venerable. Gabriel Joly compone una figura virginal de fuerte clasicismo a través de un rostro oval delicadamente delineado, con cabellos que caen simétricamente formando rizos y elegantes plegados en la toca y el manto. No pasa desapercibido el recurrente lenguaje de las manos, ajustadas a la actividad de cada personaje, y el recurso expresivo del cruce de miradas, originando un conjunto plástico de máxima belleza formal.      

La obra, que puede considerarse como uno de los mejores ejemplos del manierismo español, coloca a Gabriel Joly, su autor, a la altura de los mejores escultores en la España del Renacimiento.



Informe: J. M. Travieso.



NOTAS

1 GÓMEZ MORENO, Manuel. Las águilas del renacimiento español: Bartolomé Ordóñez, Diego Siloe, Pedro Machuca, Alonso Berruguete. Madrid, 1941, pp. 61-62.

2 ARIAS MARTÍNEZ, Manuel. Sagrada Familia con San Juanito. Museo Nacional Colegio de San Gregorio: colección / collection. Madrid, 2009, pp. 120-121.



















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