10 de junio de 2011

Visita virtual: LOS EMBAJADORES, el otro lado de la vanidad humana


LOS EMBAJADORES
Hans Holbein el Joven (Augsburgo, 1497 - Londres, 1543)
1533
Óleo sobre tabla de roble
National Gallery, Londres
Pintura del Renacimiento. Escuela alemana

     ¿Qué es esta obra maestra de la pintura alemana: un retrato, una naturaleza muerta, una "vánitas"? Se podría decir que es un compendio de todo ello, pero sobre todo un documento de los avances de una época y un extraordinario ejercicio de virtuosismo pictórico que coloca a Holbein el Joven en la cumbre de la pintura del siglo XVI y al cuadro entre las joyas de la National Gallery de Londres.

     Todo es novedad y experimentación en esta pintura, tanto por el modo de estar representados los personajes como por la selección de objetos, dando lugar a una escena cargada de simbolismo y extraordinaria plasticidad, incluyendo la atrevida "rareza" que figura en primer plano. Técnicamente supone la mayor cota de realismo alcanzada en la evolución de la pintura de origen flamenco, el dominio total sobre la técnica del óleo aplicada sobre tabla con una colección de pinceles de pelo de marta que permiten reproducir desde texturas increíbles a minúsculos detalles en los cabellos, pieles de animales, etc., siempre con un indiscutible talento por parte del pintor.

     En la tabla están retratados, con un realismo sorprendente, Jean de Dinteville a la izquierda y Georges de Selve a la derecha. El primero embajador de Francisco I de Francia en Inglaterra en el momento en que se hace la pintura, 1533, y el segundo obispo de Lavaur y embajador francés ocasional ante el Sacro Imperio Romano Germánico de Carlos V, ante la República de Venecia y ante la Santa Sede. Los dos aparecen orgullosos de su dignidad, luciendo sus mejores galas y mirando fijamente al espectador mientras se apoyan en un mueble con acumulación de suntuosos objetos de tipo científico.

     Jean de Dinteville aparece vestido lujosamente con una fina camisa blanca, con encajes en cuello y puños, a la que se superponen una prenda de raso rojo, ornamentada con acuchillados que dejan asomar la camisa, y otra de terciopelo negro con vuelo a la altura de las rodillas, calzando medias y zapatos negros. Pero aún más elegantes son el abrigo de piel blanca al interior y negra al exterior, con mangas abombadas que dejan apreciar mechones blancos en las juntas de la costura, rigurosamente representados, y la boina con aplicaciones doradas y un broche que luce en la cabeza. Curiosamente podemos saber su edad, 29 años, pues el dato figura grabado en la funda de una daga que porta en su mano derecha, del mismo modo que el medallón que pende de cadenas al cuello nos informa de su pertenencia a la Orden de San Miguel. Con precisión el pintor ha trabajado una recortada barba de tonos pelirrojos y unos ojos de gran viveza que se desvían ligeramente para mirar la actividad del pintor.

     Por su parte el religioso Georges de Selve, aparentemente más austero, tiene 25 años y viste el hábito eclesiástico, con una sencilla camisa blanca anudada con pequeños lazos al cuello, una sotana y el tradicional tocado clerical de cuatro puntas, cubriéndose con un lujoso abrigo con cuello de piel y decoración simulando formas vegetales al alternar partes de la piel con pelo y otras curtidas. En su mano derecha sujeta unos guantes, símbolo de dignidad, y su rostro presenta una cuidada barba en la que, como en las cejas y el cabello, el pintor trabaja pelo a pelo. Este obispo embajador dedicó su tiempo al intento de reconciliación en el seno de la Iglesia.

     La relación entre ambos personajes hacen presuponer que la pintura trata de inmortalizar la toma de posesión del embajador en la corte de Inglaterra, momento en que fue visitado por su amigo el obispo. La escena responde a una situación política en que el rey inglés Enrique VIII intenta que el francés Francisco I utilice su influencia con el papa Clemente VII para resolver su divorcio con Catalina de Aragón, tía de Carlos V. Francia, principal enemigo de Carlos V, aprovecha la ocasión para afianzar su alianza con Inglaterra frente al Emperador y consigue el nombramiento papal de Thomas Cranmer como arzobispo de Canterbury. En enero de 1533 Enrique VIII se casa en secreto con Ana Bolena y en mayo de aquel año, el mismo en que se realiza la pintura, el arzobispo Thomas Cranmer anula el matrimonio de Enrique VIII y Catalina de Aragón, siendo proclamada reina Ana Bolena el 1 de junio en la abadía de Westminster. A partir de entonces se produce el cisma entre la Iglesia Anglicana y la Romana.

     En este proceso, lleno de intrigas y estrategias políticas, el embajador francés Jean de Dinteville jugó un papel fundamental en las negociaciones entre Francisco I, Enrique VIII y el papa Clemente VII, siendo quien encargó la realización de la pintura.

     Pero en la atípica escena, junto a los dos personajes históricos, colocados a los lados como custodios, aparecen en la parte central una serie de objetos de especial significación, un conjunto de utensilios con tanto protagonismo como las figuras humanas. Todos ellos están relacionados con el Quadrivium: la aritmética, la geometría, la música y la astronomía, las cuatro ciencias matemáticas de las siete artes liberales.

     El estante superior está recubierto por una alfombra persa de nudo, ornamentada con los característicos motivos geométricos, sobre la que se apoyan un libro, una esfera armilar con las coordenadas celestes de los astros, una brújula y distintos objetos de medición astronómica y del tiempo, adquiriendo el valor de símbolos con referencias ocultas difíciles de desvelar, un hecho muy frecuente en la pintura del Renacimiento.

     En el estante inferior reposan dos libros, uno de ellos abierto y mostrando una partitura musical y otro cerrado con una escuadra haciendo de "marca páginas"; a su lado un globo terráqueo, un compás de punta seca, un laúd y un estuche con flautas de diferentes tamaños.

     Tampoco pasa desapercibida la ambientación, con una sala con rico pavimento marmóreo de mosaicos cosmatescos, perfectamente ajustado a las leyes visuales de la perspectiva, lo que proporciona profundidad a la escena, y como fondo unas cortinas de damasco verde que dejan asomar un pequeño crucifijo en el ángulo superior izquierdo. Estas ennoblecen a los personajes del mismo modo que los doseles colocados tradicionalmente como fondo en las pinturas religiosas flamencas.

     Pero la pintura guarda una sorpresa más. Se trata de un extraño objeto que casi aparece gravitando en primer plano por encima del pavimento. Su extraño aspecto, que recuerda los llamados "huesos de sepia", guarda un código secreto que hizo que por muchos años tuviese un significado oculto. Hoy podemos comprobar, como ya apuntó el historiador Jurgis Baltrusaitis, que en realidad se trata de la "anamorfosis" de una calavera, elemento habitual en las pinturas referentes a la vanidad humana, un elemento que viene a poner un contrapunto oculto al lujo terrenal representado en la escena y que constituye un ejercicio de virtuosismo pictórico basado en los progresos de la óptica.

ESTUDIO ICONOGRÁFICO DE LOS DISTINTOS ELEMENTOS

Libro de la estantería superior
     Aparece cerrado en escorzo y sobre él apoya su codo Georges de Selve. El lomo del libro está recorrido por una inscripción que desvela la identidad y edad del personaje: "Aetatis Svae 25", que nos informa que en ese momento el obispo tiene 25 años.

Esfera armilar del estante superior
     La esfera armilar es un antiguo instrumento astronómico, empleado hasta el 1600, que servía para determinar las coordenadas celestes de los astros, en este caso con las constelaciones representadas por distintos animales mitológicos o zodiaco. El soporte lo constituye dos círculos ("armillas") cruzados que delimitan el meridiano principal y el ecuador. Su presencia es muy frecuente en los retratos del Renacimiento como símbolo de sabiduría y conocimiento. Como dato curioso la constelación del cisne está representada como un gallo atacando a un buitre y rotulada como Galacia, posible alusión al símbolo de la Galia, el gallo, haciendo huir a sus enemigos.

     Una esfera armilar muy semejante se guarda en el Museo de Ciencias de Londres y fue construida precisamente en 1533 por el astrónomo Johannes Schöner, originario de Nuremberg.

Serie de relojes
     Sobre el estante superior se hallan colocados varios relojes de sol, entre ellos un modelo también representado por Holbein cinco años antes en el retrato de Nicholas Krazter. También aparece un "torquetum", instrumento del mismo tipo que los elaborados por el célebre fabricante Peter Apian. La precisión de la pintura permite ver que uno de los relojes está marcando el 11 de abril, Viernes Santo en aquel año.

Libro de aritmética
     En el borde del estante inferior se halla una representación minuciosa de un libro de aritmética publicado por Petrus Apianus, matemático y astrónomo de la universidad de Ingolstadt (Alemania), que subtituló como "Un libro nuevo y fiable para aprender cálculo, destinado a los comerciantes", elemento que se ha interpretado como una alusión al origen de Georges de Selve en una familia de comerciantes enriquecidos en el siglo XV.
     Una escuadra permite ver una de las páginas del libro de cálculo entreabierta. En la que se aprecia la palabra "Dividirt", página elegida no por la operación matemática, sino para aludir a la división religiosa imperante en la Iglesia y en la política en ese momento, hecho que motivó diversos escritos de Georges de Selve, entre ellos un llamamiento a la reconciliación dirigido a Francisco I, rey de Francia, y al emperador Carlos V. El significado de la división se complementa con un compás colocado al fondo, denominado en inglés "divider".

Libro de música o cantoral
     El libro aparece abierto y en escorzo en el estante inferior. El acentuado realismo permite comprobar que se trata de un libro de himnos sagrados luteranos titulado "Geistlich Gesangbuhli" que fue publicado por Johannnes Walther en 1524. En las páginas figuran referencias a dos obras de Lutero, en la izquierda el primer versículo del himno titulado "Veni Sancte Spiritus" y en la derecha una introducción de los "Diez Mandamientos".

El laúd
     Preside, junto al cantoral y las flautas, el rincón destinado a la música. El instrumento, a modo de naturaleza muerta, es todo un ejercicio pictórico de perspectiva, con un exquisito trabajo de texturas, especialmente en el mástil de los trastes. El aparecer con una cuerda rota se interpreta como una referencia a la armonía perdida en el seno de la Iglesia.

Las flautas
     Junto al cantoral se halla un estuche de cuero para cinco flautas con una cinta roja para ser portado a la cintura. En su interior sólo figuran cuatro flautas, reforzando esta ausencia de nuevo la falta de armonía en la Iglesia, al faltar un elemento necesario para la polifonía.

El globo terráqueo
     La representación del mundo muestra la división pactada entre España y Portugal en el Tratado de Tordesillas de 1494. Sigue el modelo cartográfico realizado y coloreado en 1523 en Núremberg por Johannes Schöer y en él aparece dibujado el recorrido de Magallanes y parte de las costas de Brasil en el continente americano. Es una clara referencia a la presencia en el mundo de las grandes potencias del momento.

El crucifijo
     Aparece medio oculto tras la cortina en el ángulo superior izquierdo. Su presencia ha dado lugar a diversas interpretaciones. Por un lado como una imposible representación de Dios, reducida a un simple icono piadoso. Por otro, como una referencia a lo desconocido y al papel de Cristo como intermediario entre la vida y el más allá. También puede interpretarse como el arrinconamiento de las creencias religiosas en la lucha por el poder político.

El pavimento cosmatesco
     Se ha querido encontrar cierta similitud con los pavimentos de la abadía de Westminster, realizados en 1268 por el romano Odoricus, y el de la Capilla Sixtina, dos lugares donde aparecen trabajos de mosaicos cosmatescos insertados en el suelo con este diseño. La elección de este tipo de pavimento en lugar de las tradicionales baldosas todavía no está aclarado, apuntándose una posible referencia al macrocosmos en la que el círculo central puede estar simbolizando a Dios y los cuatro circundantes a los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. A través de este elemento se pondría en relación el microcosmos representado por los dos personajes con el macrocosmos de la creación.

La anamorfosis del cráneo
     Con una simple mirada a la pintura no es tan fácil descubrir el mensaje críptico que oculta la anamorfosis. A primera vista tiene un aspecto óseo que recuerda los llamados "huesos de sepia", pero hay que colocarse junto al marco, siguiendo el eje longitudinal de este motivo, para descubrir que representa la imagen de un cráneo humano, una calavera que frontalmente está desarrollada y que sólo es posible percibir en sus correctas proporciones desde un punto de vista concreto.

     Este gusto por los enigmáticos juegos visuales de imágenes deformadas se pusieron de moda en la corte de los Tudor para ciertos retratos, cuyas figuras sólo se identifican mirando a través de un orificio practicado en el marco. No obstante, también existieron ejemplos en la corte del emperador Carlos, conservándose algunas obras en España. Su representación supone un alarde visual por parte de los pintores para demostrar el dominio de la perspectiva visual según la captación de la realidad por el ojo humano, desde que Piero della Francesca describiera el método en sus estudios de perspectiva, que bien pudo conocer Holbein cuando viajó a Italia en su juventud.
     En este caso, la denominación en alemán de hueso hueco como "hohle bein" a motivado a algunos estudiosos a considerar esta representación como una firma en clave de Holbein. Otros ven un símbolo de la vanidad humana contrapuesto al lujo de los personajes representados, un género de pintura en el que las calaveras aluden de forma moralizante a la fugacidad de la vida, la belleza y el saber, así como el tratamiento igualitario de la muerte a todos los rangos de la existencia.

     Por todo ello, la pintura de los Embajadores es algo más que un retrato impecable y un universo de símbolos materializados en determinados objetos, pues sobre estos elementos ricos y suntuosos prevalece la idea de la inutilidad del hombre ante la muerte y lo transitorio de la vida, toda una declaración críptica de principios de este versátil pintor a través de una escena en la que prima el lujo y la apariencia.

Informe: J. M. Travieso.

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