7 de junio de 2011

Estudios de Arte: Viaje Fin de Curso por los monasterios segovianos


     El día 5 de junio, como acto final del curso 2010-2011, los participantes en el Curso de Arte han realizado el Viaje Fin de Curso recorriendo diferentes enclaves segovianos en una suerte de viaje en el tiempo para conocer un conjunto de obras maestras diseminadas por la provincia hermana.

     El primer objetivo fue el Monasterio del Parral, situado en un paraje idílico al que el grupo llegó tras serpentear la ribera del Eresma con sus aguas cristalinas y una frondosa vegetación primaveral junto a la Casa de la Moneda. Todos quedaron sorprendidos de la vista de la ciudad desde el pórtico del monasterio jerónimo que fundara el marqués de Villena en tiempos de Enrique IV, una de las más bellas experiencias paisajísticas que uno puede encontrar en España, siempre entre el murmullo del agua y el canto de los pájaros.

     Tras recorrer los recoletos claustros, algunos de los cuales recuerdan la estética mudéjar de Guadalupe, todos quedaron impresionados ante la riqueza decorativa de la capilla mayor terminada en 1485, en la que se abren seis grandes ventanales en cuyas jambas se coloca un excelente apostolado pétreo realizado por Sebastián de Almonacid. En el centro el retablo renacentista que tallaran Juan Rodríguez y Jerónimo de Pellicer, discípulos de Vasco de la Zarza, el mejor exponente en la provincia del primer renacimiento, a cuyos lados se colocan los impresionantes sepulcros-retablo de alabastro de don Juan Pacheco, marqués de Villena, y su esposa doña María de Portocarrero, encargados en 1528 por su hijo Diego López Pacheco y atribuidos a Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, dando lugar a un conjunto deslumbrante que sigue las pautas decorativas del Renacimiento.

     La siguiente parada fue en el monasterio de clarisas de San Antonio el Real, levantado en su día sobre el bosque del Campillo, donde Enrique IV, rey de Castilla y León, tenía una casa de campo en la que practicaba la caza. El monasterio, habitado desde 1488 por concesión de Isabel la Católica, es un complejo arquitectónico que cuenta con una impresionante colección de cubiertas mudéjares del siglo XV de colorido intenso y en perfecto estado de conservación, trabajos que impresionaron a todos al recorrer la capilla mayor, la sacristía, el claustro, el refectorio y la sala capitular. Otro tanto podemos decir del conjunto de trípticos flamencos que mezclan pintura y escultura, destacando el impresionante retablo de la Pasión situado en la nave de la iglesia, obra de 1460 poblada por más de cien pequeñas figuras de una calidad y expresividad increíble.

     Para terminar la mañana el grupo se acercó hasta la iglesia románica de San Justo para admirar el importante ciclo de pintura románica y conocer de forma detallada la historia del Cristo de los Gascones, crucifijo articulado del siglo XII, y los rituales medievales de la Depositio (Descendimiento) y la Visitatio (Visita de las Marías al sepulcro) que se celebraban en la iglesia en Semana Santa, un ritual que sorprendió a los asistentes al poder contemplar en vivo todos los elementos conservados: esculturas, relieves y frescos que documentan aquellas ceremonias.

     Tras una comida colectiva en el restaurante El Sexmo, por la tarde la primera visita fue a la iglesia de San Juan Bautista de Carbonero el Mayor, cuyo retablo mayor es una de las mayores joyas del renacimiento español, un deslumbrante conjunto de 21 tablas pintadas en 1547 por Baltasar Grande y Diego de Rosales que se conservan en un estado impecable. Las pinturas sorprenden por su intenso colorido y por fusionar con mucha habilidad la calidad del dibujo, la paleta y la minuciosidad de detalles de la pintura flamenca, tan apreciada en España desde el enlace de la reina Juana con Felipe el Hermoso, con los modelos tomados del renacimiento italiano, dando lugar en algunas escenas a unas obras de calidad poco habitual. El retablo de San Juan Bautista fue un gran descubrimiento para todos, cuya visita justificaba pos sí misma el haber realizado el viaje por tierras segovianas.

     Y aún daría tiempo para acercarse hasta Cuéllar para visitar en la iglesia de San Esteban, recientemente restaurada, el interesante retablo de la nave y el fastuoso conjunto de sepulcros de la capilla mayor, con las camas sepulcrales entre una abigarrada decoración de yeserías mudéjares. También hubo tiempo para hacer un recorrido por el gigantesco castillo-palacio de los Duques de Alburquerque, tras lo cual, y ante la amenaza de negros nubarrones, el grupo emprendió el regreso a Valladolid.

     El día no había podido ser más completo: prados idílicos y murmullo de manantiales bajo un sol primaveral, el silencio y el simbolismo cósmico de los viejos monasterios, historias de otro tiempo llenas de encanto y misterio, obras de arte de primera calidad que hemos recibido como inapreciable regalo y, lo más importante, todos juntos en torno a una mesa unidos por el aprecio al arte y una sincera amistad. ¡Esperemos que se repita!

Informe y fotografías : José Miguel Travieso.

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