10 de diciembre de 2009

Historias de Valladolid: VIRGO VULNERATA, de la profanación a una renovada devoción


     La imagen titular de la Virgen que preside el retablo de la iglesia del Colegio de San Albano de Valladolid es un tanto atípica y desconcertante. En efecto, la talla allí entronizada muestra mutilaciones que evidencian su trato violento y profanación. Sin embargo, esta muestra de vandalismo confiere a la imagen mayores valores simbólicos por tratarse de un testimonio histórico tremendamente expresivo de lo que fue una guerra llena de connotaciones religiosas: la confrontación entre Inglaterra y España. Un testigo de la rivalidad entre Isabel I y Felipe II, cuya relación en las postrimerías del siglo XVI estuvo marcada por las desavenencias tanto en lo político como en lo religioso.

     La constitución de una Iglesia nacional inglesa en 1534 no fue consecuencia de la Reforma protestante, sino de un problema político: el divorcio de Enrique VIII. Tras la aprobación del Acta de Supremacía, según el cual este rey obtenía el poder para intervenir en los asuntos de la Iglesia en lugar del papa, se configuró una Iglesia Anglicana independiente, opuesta y enfrentada a Roma, aunque con idéntica liturgia. Poco después comenzaron en territorio inglés severas persecuciones contra los católicos-romanos, viéndose muchos de ellos obligados a abandonar el país y a refugiarse en distintos estados europeos, siendo especialmente afectados los seminarios formativos. Esta política anticatólica fue continuada por la reina Isabel I, que consolidó el carácter protestante de la nueva Iglesia Anglicana y endureció las medidas contra los católicos a partir de 1559, lo que provocó la reacción contraria e inmediata de Felipe II de España, que convertido en adalid de la Contrarreforma facilitó la acogida en sus reinos de los refugiados católicos ingleses y la organización de sus seminarios.

     La iniciativa del asentamiento de seminaristas ingleses en Valladolid fue tomada por el jesuita inglés Robert Parsons, fundador del Colegio de Ingleses en la ciudad castellana en 1590, el primero en territorio español. Fue una institución bien acogida y respaldada por el monarca, siempre con el objetivo de una victoria sobre Inglaterra y su posterior reconversión a la causa de Roma. El nuevo colegio de Teología se puso bajo la advocación de San Albano, el primer mártir cristiano de Gran Bretaña, muerto a finales del siglo III en tiempos del Imperio Romano, que era totalmente desconocido en España por entonces, recibiendo los alumnos ingleses sus primeras enseñanzas en el vallisoletano colegio jesuita de San Ambrosio.


LA PROFANACIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN


     En el verano de 1596 el Conde de Essex, favorito de la reina inglesa, convenció al gobierno para realizar un ataque armado contra España, para lo que se organizó una importante flota compuesta por cuarenta navíos de guerra y cien más pequeños, todos ellos al mando de Charles Howard, con diez mil soldados ingleses capitaneados por el Conde de Essex y cinco mil holandeses dirigidos por el Conde de Nassau, llegando a las costas de Cádiz el 30 de junio de aquel año. Ante la imposibilidad de una reacción armada, la ciudad andaluza fue tomada, permaneciendo en ella durante quince días los soldados ingleses y holandeses, que se entregaron a cometer desmanes y represalias a pesar de las órdenes de sus dirigentes.



     Durante el saqueo e incendio de palacios e iglesias en aquellos días traumáticos, un buen grupo de gaditanos acudían implorantes a la catedral, donde en uno de sus altares recibía culto una imagen de la Virgen con el Niño de gran fervor popular. Enseguida los invasores holandeses penetraron en el templo gaditano y sustrayeron la imagen, que trataron de destrozar por considerarla una manifestación iconoclasta según el dogma del protestantismo, contrario a equiparar la veneración de la Virgen a la de Dios, relegando la figura de María a un segundo plano. Aquella talla, realizada años antes en un taller sevillano, fue profanada públicamente en las calles de Cádiz, siendo primero arrastrada desde la iglesia hasta la plaza del mercado y después acuchillada y golpeada con un hacha hasta quedar desfigurado el rostro, los dos brazos amputados y desposeída del Niño Jesús que portaba en su regazo, que fue reducido a astillas.


     Las noticias del ataque, saqueo y profanaciones de Cádiz en 1596 fueron recibidas con rabia por el rey Felipe II y por toda la corte. Ante tal humillación, Martín de Padilla, Adelantado de Castilla, propuso organizar la flota española y atacar a Inglaterra, siéndole encomendada por el rey la dirección de cien grandes navíos que desde Lisboa y La Coruña partieron hacia el Canal de la Mancha, aunque los elementos climatológicos hicieron desistir de esta empresa, ante el riesgo de que se repitiera el desastre sufrido en 1588 por la tristemente recordada “Armada Invencible”.

     Todos estos sucesos se encuadran en los incidentes producidos durante la guerra anglo-española, que duró desde 1585 hasta 1604. Tras la muerte de Isabel I de Inglaterra en 1603, su sucesor, Jacobo I de Inglaterra, impuso una política menos beligerante, suspendiendo las hostilidades con España. La promesa del nuevo rey de Inglaterra de no intervenir en asuntos continentales fue suficiente para que Felipe III decidiera firmar la paz. Esto se produjo en el Tratado de Londres (Conferencia de Somerset House), firmado el 28 de agosto de 1604, que marcó el final de la confrontación entre los dos países y el cese de los deseos españoles de invadir Inglaterra.

     La firma del tratado en la Somerset House fue recogida por el pintor vallisoletano Pantoja de la Cruz en un lienzo en el que figuran los cinco representantes de Inglaterra y los seis de España. La delegación inglesa estuvo formada por Robert Cecil, conde de Salisbury, Secretario de Estado y Primer Ministro de Jacobo I, Charles Blount, primer conde de Devonshire, militar y Señor Teniente de Irlanda, Thomas Sackville, primer conde de Dorset, poeta y Secretario del Tesoro, Henry Howard, I conde de Northampton y Charles Howard, primer conde de Nottingham que estuvo al mando del ataque a Cádiz. Los delegados españoles, que provenían de los diferentes reinos bajo dominio español, fueron Charles de Ligne, Conde de Aremberg, Juan Fernández de Velasco y Tovar, Duque de Frías y Condestable de Castilla, Jean Richardot, Presidente del Consejo Privado, Alessandro Robida, senador del ducado de Milán, Louis Vereyken, Audencier de Bruselas y Juan de Tassis y Acuña, Conde de Villamediana.

LA IMAGEN GADITANA EN VALLADOLID

     Retomando la historia de la “Virgen Vulnerata” encontramos a los seminaristas ingleses de Valladolid enterados de aquellos hechos ocurridos en Cádiz. Tras conocer que la talla profanada había sido recogida por Luisa de Padilla, esposa del Adelantado de Castilla, que la guardaba en la capilla de su palacio en Madrid, reclamaron la custodia de aquella imagen con el fin de reparar la afrenta promovida por sus compatriotas y los aliados holandeses. Tras un periodo de negociaciones, durante el que se produjo la muerte del rey Felipe II el 13 de septiembre de 1598 y la sucesión en el trono de su hijo Felipe III desde ese mismo día, contando con el apoyo de los provinciales jesuitas de Castilla, los colegiales ingleses consiguieron que la imagen llegase desde Madrid al seminario vallisoletano el año 1600. En esos momentos ya circulaban rumores sobre el traslado de la propia Corte también a Valladolid, hecho que se haría oficial en enero de 1601.

     La esperada llegada de la imagen a Valladolid se produjo el 8 de septiembre de 1600, según orden de Felipe III, en forma de solemne procesión en la que participó la donante, Luisa de Padilla, que había recubierto a la Virgen con un rico manto y le había dotado de una corona de pedrería. A estos actos también asistió la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, que contempló la llegada de la Virgen a la iglesia del seminario. Pero desde su llegada a Valladolid se sucedieron toda una serie de hechos revestidos de la pompa habitual en las celebraciones importantes.

     La imagen había sido trasladada en secreto desde Madrid hasta Valladolid en una litera de la reina. En un primer momento, siguiendo un protocolo tradicional, fue depositada en el desaparecido convento del Carmen Calzado (situado por entonces en la esquina de la actual Conserjería de Salud de la Junta de Castilla y León, junto al Campo Grande). El 7 de septiembre, desde allí partió un cortejo formado por nobles a caballo, cuatro padres jesuitas y veinticuatro seminaristas ingleses acompañando a la imagen, que penetró en la ciudad por la Puerta del Campo (arranque de la Calle de Santiago) mientras repicaban los campanarios de la ciudad. La procesión llegó hasta la primitiva catedral de Valladolid, que había adquirido este rango cuatro años antes (1596), donde fue recibida por el Cabildo, pasando la imagen aquella noche en la antigua Colegiata custodiada por los seminaristas ingleses.

     En la mañana del 8 de septiembre se celebró una función litúrgica en la catedral, con la asistencia de todos los integrantes del Colegio de San Albano, y por la tarde salió una procesión a la que se incorporaron miembros de cofradías, congregaciones locales, doscientos sacerdotes y el corregidor de Valladolid, llegando al Colegio de San Albano  acompañada de una gran muchedumbre incorporada lo largo del recorrido. La reina Margarita de Austria, que no había desfilado en la procesión por motivos de seguridad, contempló en el interior del templo la llegada de la Virgen y los actos de su entronización, para los cuales había hecho llegar ricas colgaduras del patrimonio real.
     En los días sucesivos se celebró en San Albano un novenario en el que participaron miembros de instituciones como la Chancillería, la Inquisición, la Universidad y el Cabildo catedralicio. El último día la Virgen fue coronada por Bartolomé de la Plaza, primer obispo de Valladolid, que en su sermón se refirió al sacrilegio padecido por la imagen gaditana como la “Señora vulnerada”, apelativo devocional con el que sería conocida a partir de entonces.

     Apenas pasaron algunos meses de su entronización en Valladolid, comenzó a difundirse por la ciudad la fama milagrera de la Virgen Vulnerata, a la que acudían gentes de todos los estratos sociales de la ciudad ante situaciones de dificultad. En este sentido llegó a compartir una devoción, alentada por los prodigios obrados, equiparable a la Virgen de San Lorenzo, cuyos testimonios quedaban plasmados en múltiples exvotos depositados en su altar. Asimismo, los estudiantes ingleses comenzaron a jurar ante la imagen su deseo de regresar a Inglaterra y Gales para ejercer su ministerio, hecho que veintisiete de ellos pagaron con su vida, siendo considerados nuevos mártires.
     La renovada devoción por esta imagen en nuestros días hace que anualmente participe en los ritos y procesiones de la Semana Santa, luciendo una corona donada en el año 2000 por antiguos alumnos del Colegio.

CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO TEMPLO

     La singularidad simbólica y espiritual de la historia acontecida, en aquella sociedad marcada por las rígidas disposiciones de la Contrarreforma, en 1671 estimuló a Manuel de Calatayud, rector del Colegio de los Ingleses, a tomar la iniciativa de la construcción de un nuevo templo, mostrando desde un primer momento interés en que siguiera el modelo de planta oval que había conocido en la iglesia de San Juan de los Portugueses de Madrid. Tras un arduo proceso marcado por las grandes dificultades económicas, merced a la mucha paciencia y perseverancia del padre Calatayud, que realizó “demandas” a otras casas jesuitas, personajes e instituciones de otras partes de España, incluidos los monarcas, llegando incluso a mendigar en el mercado de la Plaza del Ochavo, se consiguió comprar una casa anexa al Colegio y levantar en aquel terreno la deseada edificación, encomendando los trabajos al arquitecto Pedro Vivanco.


     El proceso de construcción fue arduo y lento, con periodos de paradas por falta de medios, pero la habilidad y persistencia del jesuita consiguió la finalización del ansiado edificio en 1676. Y aún se ocupó de su ornamentación, eligiendo para las pinturas a Diego Díez Ferreras, un discreto pintor local que en la serie realizada para la iglesia incluyó ocho escenas que muestran la historia completa de la Vulnerata, desde el ataque de Cádiz por la flota inglesa en 1596 hasta la adoración de la Virgen por Carlos II, su madre Mariana de Austria y otros personajes de la Corte, hecho que nunca llegó a producirse. Para colocar la célebre imagen se dispuso en 1679 un camarín presidido por un retablo realizado por el ensamblador Blas Martínez de Obregón, con esculturas atribuidas a Francisco de Rincón que representan a los lados a san Eduardo Confesor, rey de Inglaterra, y santo Tomás Beckett, mártir inglés, y en la hornacina superior a San Albano, titular del Colegio.

     Después de completar los altares de la serie de capillas, el nuevo templo fue inaugurado solemnemente el 11 de octubre de 1679, aunque con el recelo inicial de buena parte de las comunidades religiosas de la ciudad. Vencidos los obstáculos, la ciudad de Valladolid celebró el acontecimiento con varios días de fiestas callejeras en las que no faltaron los fuegos artificiales, aunque en los fastos un hecho produjo una gran decepción. Después de ser engalanada la Plaza Mayor y buena parte de la ciudad para recibir a los monarcas, empedradas las calles del recorrido, pintadas muchas fachadas de las casas, construidos arcos efímeros en distintos puntos urbanos y colocados retratos ecuestres de los monarcas en la Puerta del Campo, el esperado cortejo real, presidido por Carlos II y su reciente esposa, no hizo su aparición en la ciudad, al parecer debido a problemas de salud del rey, al que una delegación de Valladolid acudió a rendir honores en la villa burgalesa de Lerma, en el paso del monarca hacia Aranda de Duero y Madrid después de su matrimonio con la princesa francesa Luisa de Orleáns en la población burgalesa de Quintanapaya.

     Con el paso del tiempo, las dependencias del Colegio de San Albano y su iglesia barroca lograron reunir un importante acervo artístico, básicamente compuesto por pinturas, esculturas, piezas de orfebrería, grabados  y dos bibliotecas. La restauración integral que se ha realizado en el edificio y su patrimonio en los años 1979 y 1985, son un aliciente para acercarse a conocer este enclave vallisoletano de tantas resonancias históricas.

Ilustraciones: 1 Estado actual de la Virgen Vulnerata en la iglesia de San Albano (fotografía Concha Moretón). 2 Retrato de Isabel I, atribuido a George Gower, 1588, National Portrait Gallery de Londres. 3 Retrato de Felipe II de Sofonisba Anguissola, Museo del Prado. 4 Defensa de Cádiz contra los ingleses, de Zurbarán, 1634, Museo del Prado. 5 La Somerset House Conference, de Pantoja de la Cruz, 1604. 6 Retablo de la iglesia de San Albano (fotografía Concha Moretón). 7 Escena de la llegada de la Virgen a Valladolid, de Diego Díez Ferreras, iglesia de San Albano. 8 Vista exterior del Colegio y la iglesia. 9 Cúpula y pinturas de la iglesia de San Albano de Valladolid (fotografía Concha Moretón).

Informe: J. M. Travieso.
Registro Propiedad Intelectual - Código: 1104108944682

* * * * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario